Políticos estadunidenses intentaron combatir la piratería castigando directamente a las empresas que controlan internet, en lugar de perseguir a los consumidores de contenidos o vendedores callejeros, como hasta ahora sucede en todo el mundo.

 

Pero el ejército de abogados y publirrelacionistas de Sergey Brin y Larry Page, el cabildeo de Mark Zuckerberg y el coro de molestia en Twitter de empresas que se consideran al margen del sistema (como Wikipedia), o de garage que sueñan con su oferta pública inicial de acciones en el mercado, pudo más que Hollywood y su viejo modelo de comercialización. En algún bar del Meatpacking District de Nueva York y en algunos restaurantes del puerto de San Francisco siguen festejando en grande.

 

El pleito se agudizó hace unas semanas.

 

El senador Lamar Smith presentó en octubre del año pasado la Stop Online Piracy Act, o ley SOPA, para promover la prosperidad, la creatividad, a los emprendedores, y la innovación, combatiendo el robo de la propiedad de Estados Unidos. En resumen, en las 78 cuartillas de la propuesta piden facultades al Congreso para que las autoridades puedan cerrar sitios que consideren que violan los derechos de autor.

 

El Departamento de Justicia de Estados Unidos, así como los propietarios de los derechos intelectuales, podrían obtener órdenes judiciales contra aquellos sitios que permitan o faciliten la piratería.

 

Si se prueba el delito, las autoridades estadunidenses o los creadores podrían solicitar que se bloqueen los sitios, sin importar de dónde sean, o incluso motores de búsqueda que parecen intocables, como Google.

 

Tal como sucedió con el castigo financiero que realizan algunas empresas con Wikileaks por sus filtraciones, aquellos que se sientan afectados podrán solicitar que les congelen sus pagos a las empresas acusadas de reproducir contenidos que son creación de terceros.

 

El proyecto además convierte en un crimen el streaming no autorizado de contenidos, y prevé penas de prisión para los responsables de las transmisiones.

 

Pero este viernes se aplazó indefinidamente el nuevo plan contra los piratas, que debía votarse el martes 24 de enero de 2012.

 

Silicon Valley pudo en esta ocasión más que Hollywood y los magnates de los medios de comunicación como Rupert Murdoch, dueño de News Corporation, quien acusa a Google de ser el líder de la piratería, transmitiendo películas gratis y vendiendo anuncios alrededor de ellas.

 

Por eso dijo que no le sorprende que gaste millones en cabildeo.

 

 

Quién da más

Los líderes del Congreso de Estados Unidos fueron dominados por Wikipedia, Google, Facebook y demás empresas que dominan internet y el consumo y distribución de contenidos en el planeta.

 

Este viernes 20 de enero prefirieron suspender indefinidamente la votación de sus proyectos antipiratería, en medio de protestas de los monstruos de la red que alegan que los quieren censurar y destruir el modelo de internet que han construido.

 

“A la vista de los eventos recientes, he decidido posponer la votación del próximo martes de la propuesta de ley para la protección IP (PIPA, por sus siglas en ingles)”, dijo en un comunicado Harry Reid, líder de la mayoría en el Senado.

 

El representante de Nevada dijo que no hay razón para que los problemas legítimos que levantaron la propuesta no puedan ser resueltos.

 

“El contrabando y la piratería le cuestan a la economía estadunidense miles de millones de dólares y miles de empleos cada año”, explicó. “Simplemente la industria del cine mantiene a dos millones 200 mil trabajadores”.

 

Es por eso, dijo, que deben entrar en acción para frenar esas prácticas ilegales.

 

“Vivimos en un país en donde la gente espera con todo derecho ser compensada justamente por un día de trabajo, sin importar que esa persona sea un minero en medio del desierto de Nevada o una banda independiente de Nueva York, o un trabajador sindicalizado de un estudio de películas de California”, explicó Reid.

 

El legislador republicano, Lamar Smith, considerado el principal impulsor de la SOPA, también reculó.

 

“He escuchado las críticas y tomo muy en serio su preocupación con relación a la legislación para abordar el problema de la piratería en internet. Está claro que tenemos que revisar el enfoque sobre la mejor manera de abordar el problema de los ladrones extranjeros que roban y venden invenciones y productos estadunidenses”, dijo Smith.

 

Agregó que continuarán trabajando con los afectados y pospondrán la legislación hasta encontrar mayor consenso en la solución.

 

“El problema de la piratería en línea es demasiado grande para ignorarlo”, agregó. “Las industrias de propiedad intelectual estadunidenses aportan 19 millones de empleos altamente retribuidos y representan más de 60% de las exportaciones de Estados Unidos”.

 

Reuters recuerda que las empresas de internet han comenzado desde hace años una contraofensiva en Washington, que incluye donaciones a campañas políticas y cabildeo para matar cualquier ley que los afecte.

 

Google, Facebook, eBay y Amazon, dice la agencia de noticias, son parte de un sector que representa los avances tecnológicos y que ha gastado unos mil 200 millones de dólares entre 1998 y 2011 en política, comparado con los 906 millones de dólares que ha invertido la televisión, el cine y la industria musical entre los tomadores de decisiones durante el mismo periodo.

 

Julian Sanchez, investigador del Cato Institute, recuerda en Ars Technica que la piratería es un problema en un mundo repleto de problemas.

 

Pero, agrega, los políticos y los periodistas parece que han sido persuadidos para creer que es el único problema que existe y que demanda remedios dramáticos, con poco tiempo de deliberación.

 

“Con los datos disponibles y por mucho, yo creo, los reportes de la muerte de la industria parecen muy exagerados”, dice Sanchez.

 

Igual que exagerado es hablar de la muerte de internet y la libertad de expresión por una ley que afecta a Google y a los millonarios puntocom.

 

 

 

 

 

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