Las estadísticas no mienten, es cierto; pero también saben ocultar la verdad. Y esto último lo saben hacer muy bien los gobiernos cuando está en juego una candidatura presidencial o cuando se trata de presentar buena cara ante las calificadoras de riesgos para obtener créditos en mejores condiciones o simplemente cuando se requiere mejorar la imagen ante los organismos internacionales.

 

Y para dar una idea de estas recurrentes trampas estadísticas que suelen usar los gobiernos solo basta echar una mirada a lo que ocurrió en Grecia con sus cifras fiscales. Por años los funcionarios griegos, en colusión con sus banqueros, engañaron a todo el mundo comenzando por los organismos financieros internacionales, las empresas calificadoras de riesgos o la propia comunidad europea de naciones haciéndoles creer que el problema que enfrentaban no tenía las dimensiones que algunos ‘críticos’ sospechaban.

 

Pero claro, se podrá argumentar que el caso griego fue una estafa mayor que rebasa cualquier ‘juego de cifras’. Y efectivamente así es.

 

Sin embargo ahora mismo la crisis que azota a Europa ha desatado discusiones no menores sobre la credibilidad de los datos estadísticos que publican las economías tomando en cuenta que estas cifras son determinantes en los premios o castigos que reciben las economías comunitarias por parte de los inversionistas. Nunca como antes, estas cifras han alcanzado notoriedad.

 

Los españoles se han preguntado, por ejemplo, si el 21.52% de desempleo reportado oficialmente por el Instituto Nacional de Estadísticas, que ha colocado a España contra la pared por parte de las calificadoras de riesgo incrementando sustancialmente el costo de su deuda, es efectivamente una cifra comparable con el 10% de desempleo reportado por el gobierno francés, o el 8.5% publicado por el respetado Bureau of Labor Statistics de Estados Unidos.

 

Esto que en otro tiempo no había sido un tema altamente sensible, ahora con los costos de la crisis económica impactando brutalmente los liderazgos políticos, sí que lo es.

 

Y para eso la estadística es una herramienta que los políticos suelen usar con mucha frecuencia para ocultar las verdades de los números. El caso del empleo es uno de los más sensibles porque las descarnadas cifras del desempleo activo son el resultado de las definiciones, categorizaciones o subvenciones públicas que cada gobierno aplica al mundo laboral y siempre tienen una buena justificación para defender la menor cifra de desempleados posible. En México las cifras oficiales que proporciona el INEGI para la tasa de desempleo abierto, 5.16%, coloca al país como uno de los de menor desempleo en la región y, en la actual circunstancia de crisis global, como una de las economías con mayor empleo en el mundo, cuestión que es bastante discutible.

 

Estos y otros datos estadísticos oficiales (y sus trampas) también son motivo de disputa y discusión en estos tiempos de convulsión económica y política en los que la credibilidad es un factor relativamente escaso.

 

 

SÍGALE LA PISTA…

La ventaja que obtuvieron los países de América Latina por los altos precios de las materias primas decrecerá significativamente en 2012. Ahora tendrán que soportar su crecimiento en ventajas estructurales para atraer inversiones.

 

 

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