Barbie y Ken se convirtieron en la pareja modélica durante el siglo XX. Nunca antes el fenotipo asimilado al estilo de vida americano fue industrializado por el sector del sueño de manera tan exitosa. El objetivo mágico consistía en convertir a la entelequia plastificada en pensamientos con silueta 90-60-90 y pelo no negro al estilo Spears (antes de que iniciara su decadencia). Nada mejor que jugar a la realidad o desdoblar la fantasía sobre la cotidianidad siempre real.

 

Ian Morris, profesor Willard en los departamentos de Clásicos e Historia y del Centro de Arqueología de la Universidad de Standford recuerda, en alguno de sus ensayos, las palabras mencionadas por Shad Faruki, un abogado de Malasia, a un periodista británico en 1994: “Llevo su ropa, hablo su idioma, veo sus películas. Qué más le puedo decir”.

 

Entre paréntesis, la primera aventura de Blockbuster fuera de Estados Unidos fue el Reino Unido, en la década de los ochenta. Londres recibió sus películas por las economías de escala (sin invertir en los doblajes o en la subtitulación) pero, sobre todo, por la empatía de un caballo de Troya cabalgando por Europa.

 

Pero en tiempos en que la caducidad de los productos culturales es más estrecha que la de los yogures, el multiculturalismo de diseño se está encargando de hacer pedazos los dictados del canon.

 

Difícil olvidar los periodos evolutivos del Homo sapiens quien arrastraba los pies por África hace 200 mil años y cruzaba los distintos charcos desde hace 60 mil años. Tuvieron que pasar miles de años para que el primate de la practicidad, Bill Gates, se encargara de desarrollar cerebros cibernéticos para que los usuarios no tuvieran que conocer, por ejemplo, la programación en el lenguaje Pascal para salir por la ventana de la casa.

 

Es decir, han sucedido diversos hitos a lo largo de miles de años para que los fenotipos se asimilen más a los mainstream (las vanguardias del espectáculo mayormente aceptadas por la sociedad global) que a las maquinaciones perversas de los laboratoristas étnicos que vieron en la eugenesia la fórmula prolongada del Mundo Feliz.

 

Todo esto para decir que Barbie no tiene quien le escriba, como el coronel de García Márquez. Sucedió en el preámbulo del viaje de los Reyes (no de España huyendo de Urdangarin) sino de los Magos de Oriente. El Corte Inglés, la tienda departamental monopolística de España, anunció las limitaciones de venta de las muñecas pertenecientes a la familia Monster High. Para evitar el mercado de la reventa, la tienda condicionó a los Reyes a comprar una muñeca por cada casa que visitaran.

 

Detrás de cada estrategia de mercadotecnia se encuentra la antropología del mainstream. Crepúsculo, la exitosísima historia ultramontana de Stephenie Meyer que se ha encargado de aportar las cuotas de jubilación a Barbie, así como lo hace Lady Gaga con Madonna, en la que un grupo de vampiros mochos despierta el deseo no carnal de figuras parecidas a la de Emma Watson modelando para Lancôme.

 

La estética gótica ha formado una poderosa tribu indignada por la expansión de la tribu Fresa y, sobre todo, por su impronta en los aspiracionistas. Así lo determina Mattel, la empresa que desarrolla las muñecas zombis: sus ventas durante el último mes se ha multiplicado por ocho; las de Barbie mejor ni hablar.

 

Las oportunidades fenotípico-comerciales las han aprovechado, entre otros personajes, Jennifer López, Eva Longoria y Shakira. El fenotipo de Jennifer López lo ha desarrollado con silicona diversas fábricas de muñecas inflables.

 

Con 50 millones de latinos, Estados Unidos se convierte en receptáculo de iras y pasiones. Las primeras corresponden a las profecías de Huntington y a los engranajes políticos de la tribu del Tea Party y sus compañeros de viaje, los republicanos. Las segundas las representa Shakira, recientemente nombrada por Obama como una especie de embajadora de la comunidad latina. La figura de Obama no es ambigua. Su fenotipo corresponde al ámbito multicultural. Los republicanos insisten en desviar la ruta hacia la estación transcultural. Lo que es claro es que el tema de la migración (multiculturalismo) se apropiará de la agenda electoral durante los próximos cien años.

 

Para ser claros, la correlación electoral será económica-migratoria. Y lo será con signo negativo. Las crisis económicas benefician a los republicanos a través de sus posturas radicales en contra de los fenotipos no parecidos a Barbie mientras que la estabilidad económica detona la expansión del multiculturalismo.

 

Estados Unidos debe 4.5 billones de dólares a los grandes compradores extranjeros de letras, bonos y cupones del Tesoro: China y Japón, sus principales acreedores. Esta es la realidad. La dependencia es una condición indispensable en la globalización. Estados Unidos depende de otras naciones.

 

Mientras tanto, Barbie y su eterno novio Ken, han comenzado a recibir los beneficios de sus afores.

 

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