Con 27 países la Unión Europea se convirtió en un laberinto. De la etapa fundacional (1957) a la actual existen 21 países de distancia; de los seis fundadores (Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo, Bélgica y Países Bajos) a la integración de los países del Este, existe una revolución institucional de por medio.
 
Lo sucedido hace algunas horas en Bruselas marcará el destino de varias generaciones, por ello, es conveniente analizar varias lecciones de la misma pero también, los componentes torales de la Unión Europea. La enumeración no conlleva un sentido cronológico, más bien, responde a una jerarquía arquitectónica del modelo.
 
1. El vector fundacional de la Unión Europea es la paz y es ella la que se debe de convertir en hilo conductor de todos los tratados, lo mismo el de Roma como el de Maastricht o, inclusive en cualquiera de las cumbres, la de Bruselas o la de París.
 
2. El significado de la palabra Soberanía, hoy, no tiene el mismo significado que el de la palabra Soberanía de hace una semana. Así fue pensado, en 1950, por Jean Monett o Robert Schuman, dos de los fundadores del modelo europeo. La deconstrucción de la soberanía, en aquel entonces, tenía una hoja de ruta larga y llena de obstáculos. ¿Qué tipo de credibilidad tenía la Alemania invasora y criminal?
 
¿Qué decir de la Francia colaboracionista? La propuesta de los fundadores de la Unión Europea se trataba, nada menos, de desactivar guerras futuras. El concepto, quizá, en su momento, pertenecía al terreno de la ciencia ficción y no al terruño del humanismo. En conclusión, la soberanía contenía demasiada dinamita para proyectarla en el futuro. Los fundadores de la Unión Europea se propusieron deconstruirla (no es lo mismo que destruirla para evitar herir sensibilidades en el interior de nuestro nacionalismo mexicano hecho en la post revolución por el PRI).
 
3. La moneda es algo más que una bandera, se trata del recordatorio permanente (de algo sólido –tangible-) de la identidad de un país; sentido de pertenencia; en muchos casos, quizá, de orgullo. El alemán, sin el marco o el francés son el franco, cedieron parte de su soberanía sin la necesidad de que millones de niños héroes se arrojaran desde la parte superior de la Puerta de Brandemburgo o de la Torre Eiffel. Sería inverosímil pensar que los enemigos del euro no se conjugaron en el Parlamento Europeo, revestidos de socialistas o populares; radicales de izquierda o neofascistas nostálgicos (pero contenidos por las siglas de un partido para cobrar una euro-nómina), para bracear a contracorriente de la evolución del modelo europeo, sin embargo, en Maastricht (utilizando la misma estafeta de Monett y Schuman) Helmut Kohl, Francois Mitterrand y Jacques Delors, entre otros, se reunieron (1991) para deconstruir parte del nacionalismo cultural travestido en moneda. Ganaron. Hoy existe el euro.
 
4. Sarkozy es el mejor referente de la generación pragmática encargada de gobernar a una sociedad hiperaspiracionista. Frente a la economía trastocada por la irracionalidad del consumo, los líderes pro europeos desaparecieron. La irracionalidad produce placer a corto plazo pero a largo plazo el placer se transfigura en crisis económica. El mejor ejemplo es lo ocurrido en el sector inmobiliario español, el lema generacional fue: hipotecas para todos. Un exceso (recubierto de escasez –precios elevados- para engañar a los compradores) de oferta adormeció a los jóvenes que, por razones culturales, traducen como obligatorio, la compra (y no el alquiler) de departamentos. Algunos bancos llegaron al extremo de empaquetar préstamos para comprar departamentos con los de automóviles. La vida a todo color. Los bancos, asociados con los desarrolladores, prepararon la conjura en contra de la razón de los jóvenes soñadores. Lo que siguió lo conocemos muy bien.
 
Sarkozy perdió popularidad pero tuvo que recurrir a Angela Merkel para preparar su tour de force electoral. Ahora, en Bruselas, aceptó sin decir pero alguno, el guión hiperracional de la canciller alemana.
 
5. Angela Merkel se encargó de reformular el concepto de soberanía. Entendió, desde la política, la poca credibilidad de los políticos. De hoy en adelante, las reformas fiscales serán observadas y cuestionadas por las instituciones europeas. Ni modo. El mejor momento para combatir el gasto irresponsable es el actual: una crisis europea terciada por los bancos, los gobiernos y la sociedad, todos endeudados. Merkel amagó con recurrir al Tribunal de Justica de la Unión Europea para solicitarles mayor protagonismo: país incumplidor, país a castigar. En realidad lo hizo pero de manera atenuada, con varias escalas “cómodas”. Es decir, fijó en 3% el déficit público (constitucional y no verbal) como el dígito máximo que los gobiernos tendrán que cumplir a la hora de sacar la cartera (adiós a la retórica keynesiana al abrir y cerrar baches callejeros) pero reforzará el activismo intervencionista del Banco Central Europeo.
 
6. De Bruselas, Europa salió reforzada. Oficialmente nació la Europa de varias velocidades. Resultaba, para varios países como Reino Unido, muy cómodo viajar en automático. Ahora, el modelo político pensado por sus fundadores ha dado un paso adelante a pesar del enorme costo que conllevará a corto plazo. La deconstrucción de la soberanía continúa para que la paz prevalezca.
 
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