Cayó Humberto Moreira y el viejo estilo priista regresó. La Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), dirigida por Emilio Gamboa Patrón, y la Confederación Nacional Campesina (CNC), de Gerardo Sánchez, le dieron todo su apoyo al senador Pedro Joaquín Coldwell para ocupar la presidencia.

 

La llegada de Coldwell, ex gobernador de Quintana Roo, a la presidencia del PRI, la próxima semana, no sólo lo convertiría en el dirigente nacional que trabajará de la mano con Enrique Peña Nieto en la estrategia para las elecciones federales de 2012, sino en el encargado de conciliar intereses de grupos divergentes como el mexiquense, en el que se formó Peña Nieto, y el de los duros y viejos tricolores que encabeza Manlio Fabio Beltrones.

 

La diputada Cristina Díaz, presidenta interina del Comité Ejecutivo Nacional del Revolucionario Institucional informó unas horas después de rendir protesta que a principios de esta semana se emitirá la convocatoria para llamar al Consejo Político Nacional a la sesión electiva, para el próximo jueves 8, y elegir al presidente sustituto que concluirá el periodo 2011-2014.

 

Hasta el momento no se menciona otro nombre que el de Joaquín Coldwell para contender por ese cargo.

 

El de Quintana Roo cuenta con el respaldo de Jesús Murillo Karam, recién electo presidente de la Comisión Nacional de Procesos Internos del partido; y de Beatriz Paredes, aspirante al gobierno del DF, descontenta con el reparto de candidaturas al Senado que privilegió al Partido Verde, llevada a cabo por Moreira; Francisco Rojas, Carlos Jiménez Macías y Francisco Labastida Ochoa también lo respaldan.

 

Díaz, sin embargo, rechazó la versión de que Coldwell sea el candidato “de unidad”, por lo que dijo que la convocatoria está abierta y serán los mil 200 consejeros tricolores los encargados de tomar la determinación. A su favor opera su conocimiento de la región sur del país, gobernado casi exclusivamente, con excepción de Oaxaca, por tricolores.

 

Los estatutos del partido establecen 60 días para emitir la convocatoria pero no es necesario agotar el plazo, por lo que ya decidieron hacerlo para la próxima semana, el jueves 8.

 

Una vez electo el nuevo presidente, se prevé que la diputada federal y Ricardo Aguilar, hombre muy cercano a Peña Nieto, quien sonó entre los candidatos a sucederlo en el gobierno del estado de México, regresen a sus cargos anteriores, de secretaria general y secretario de organización, respectivamente.

 

Priistas consultados señalaron que al no tratarse de una elección “natural” sino de una situación especial debido a la cercanía de la competencia por la Presidencia de la República, no hay muchos a quienes les interese dirigir a la organización. La negociación para que Coldwell llegara a la presidencia comenzó a caminar antes de que Moreira anunciara su renuncia para no dañar al PRI por las acusaciones en su contra por ocultar el endeudamiento de Coahuila y conseguir préstamos con documentos falsos.

 

Desde la mañana del viernes Gamboa Patrón dijo que, tras la 28 sesión extraordinaria del Consejo Político Nacional se definirían los plazos de la convocatoria y reiteró su apoyo al senador caribeño.

 

Aún está pendiente de definirse si Díaz también renunciará en los próximos días o se mantendrá como parte de la fórmula de Coldwell.

 

 

PELEÓ HASTA EL FINAL

 

A Humberto Moreira le pasó lo que le sucede a los enfermos de gravedad, mostró una aparente recuperación y luego se hundió.

 

Apenas el miércoles pasado, Enrique Peña Nieto elogió su desempeño como dirigente y festejó que de cinco elecciones bajo su mandato, todas las había ganado. Casi 24 horas después reconoció que su figura habría sufrido desgaste y emitió la sentencia: “toda esta serie de señalamientos, llevarán evidentemente al dirigente a tomar una definición personal, el priismo está atento y a la espera de las definiciones personales que él asuma”. Buen entendedor, Moreira anunció su salida unas horas más tarde.

 

Su renuncia se mantuvo con enorme hermetismo hasta el viernes por la mañana, cuando el dirigente comenzó a informar a presidentes de comités estatales que al mediodía presentaba la renuncia.

 

El profesor coahuilense, amigo de Elba Esther Gordillo, peleó hasta el último minuto para no dejar su cargo al frente del tricolor. Ni las negociaciones que hizo la maestra le ayudaron a salvarse.

 

La mañana del viernes, Moreira desayunó en privado con los dirigentes estatales del país y les reveló que estaba listo para dejar el cargo por ser lo más conveniente para el partido. Posteriormente se reunió en su oficina con un “selecto” grupo de priistas entre los que se encontraban Gamboa Patrón, Enrique Jackson, Coldwell y Murillo Karam; el objetivo era posponer unos días más su renuncia al partido y no hacerlo en el marco de la sesión del Consejo Político.

 

Había iniciado la discusión sobre quién asumiría el cargo. Peña Nieto y su equipo habían pensado, cuando Moreira entró en la fase final del escándalo por los documentos falsificados, que  si se iba él tendría que irse Cristina Díaz. Cabildearon la posibilidad para que asumiera en ese momento Ricardo Aguilar, secretario de Organización y muy cercano a Peña.

 

Esa iniciativa requería de un acuerdo político cupular, que no se veía posible con Beltrones, por lo que empezaron a aceptar la posibilidad de un relevo por prelación, con lo cual Díaz y Aguilar escalarían a la presidencia y a la secretaría general, para mantener esa dirigencia hasta marzo, cuando con candidato oficial, el Consejo Político Nacional nombrara una nueva directiva.

 

Varios gobernadores reportaron que había tensiones en el PRI. Un asesor de uno de ellos dijo que Beltrones estaba ejerciendo mucha presión. Fuentes senatoriales de la oposición aseguraron que Beltrones iba a ser el nuevo presidente, lo que reflejaba lo que su equipo dejaba trascender en la Cámara sin precisión.

 

Finalmente hubo un acuerdo: Pedro Joaquin Coldwell, cercano a Beltrones, llegaría a dirigir el partido durante la campaña electoral hacia la Presidencia de la República

 

Fue por todo esto que la sesión del Consejo Político se retrasó 30 minutos. Mientras tanto un grupo de coahuilenses, al ritmo de tamborazos se la pasaron echándole porras a Moreira en apoyo a su permanencia en el PRI.

 

Cuando Moreira anunció su renuncia, que fue avalada por unanimidad de votos de los 790 consejeros asistentes, con la ausencia de Beltrones y Peña Nieto, los únicos que gritaron “que no renuncie” fue su misma porra.

 

Enrique Jackson, secretario técnico del Consejo Político y quien dirigió la sesión, llamó al orden y precisó que solo los consejeros son los que están acreditados a aceptar o negar la renuncia de Moreira.

 

Como si estuviera llegando al cargo, Moreira insistió en que su estado tuvo el mayor y mejor desarrollo en el combate a la pobreza, mejor educación, salud, durante su administración como gobernador. Inevitable pensar que el discurso se elaboró para lavar su imagen, desgastada por las acusaciones en su contra por presuntos actos de corrupción.

 

También resaltó que durante su gestión como presidente del tricolor “ganamos todas las elecciones como la del Estado de México, Coahuila, Hidalgo, Nayarit y hasta Michoacán donde las apuestas (sic) no nos favorecían”.

 

Pese a los éxitos que presumió, con voz resignada anunció: “hoy llego con ustedes a decirles que presento mi renuncia como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del partido. La presento porque lo más importante que tenemos es nuestra institución y nuestro instituto político, porque no voy a permitir que por una guerra mediática se esté tratando de dañar a mi partido, que tantas oportunidades me ha dado”.