En Londres, en 1478, nace el filósofo e ideólogo de la Utopía Tomás Moro, siglos antes habían nacido Platón y su República, cuyas memorias dejaron en la mente del religioso el anhelo de la tierra ideal.

 

Vasco de Quiroga viene años después y con la Utopía de Tomás Moro aún fresca en su mente funda dos pueblos de Santa Fe, uno muy cerca de la actual Santa Fe y otro en el estado de Michoacán.

 

Otro gran influyente de la ideología utópica es Charles Fourier, quien después de perder a causa de la Revolución Francesa toda la fortuna familiar, entregó su vida a la invención de un microsistema social que fundamentó las teorías del socialismo utópico.

 

Estos ideólogos tenían una visión impregnada de luces e intenciones piadosas y la influencia de su pensamiento se ha mantenido a flote hasta hoy.

 

 

¿Pero porqué la tierra prometida nunca escapa del consciente colectivo?

 

 

No todo es miel fresca sobre hojuelas estilo casero en las utopías, la humanidad ha mostrado su impresionante capacidad de degradación, y aquello que se fundara en el ideal de felicidad, de espiritualidad, ha llegado a quedar sumido en la guerra. Por eso aquellos ideólogos del pasado tuvieron siempre un especial cuidado en no desearla, pero en saber cultivarla cuando de defender lo propio se tratara. Es claro que la búsqueda espiritual, los cultos, los sistemas de creencias en general, han tenido una influencia importante en la creación y la estructuración de sistemas comunales alternos al sistema legal y social predominante. También el ideal de la paz y la supresión de la propiedad privada han estado presentes.

 

 

Poderosos ideales utópicos han llevado a las peores catástrofes humanitarias, ideales que suponen la exterminación de etnias y grupos raciales a los que no toleran, con cuya existencia  una utopía retorcida y extraña parece imposible.

 

 

La religión y la ideología han jugado un papel fundamental, la idea del paraíso terrenal, el ideal socialista de supresión de la propiedad privada del modelo preeminente.

 

 

¿Pero a qué le llamamos el modelo preeminente? Al modelo que impulsa la propiedad privada, al modelo en que reina la injusticia, el desorden, la fealdad, al modelo con el cual el utopista se siente profundamente inconforme. Tal inconformidad lleva al utopista a formular un territorio libre, próspero, feliz, que tarde o temprano, en la mente de otro utopista nacido varias generaciones después, habrá de formularse como un territorio degradado. La inconformidad, así como la diversidad, son los motores de la generación de comunidades al margen de la sociedad preeminente, cuya existencia se documenta desde los periodos más antiguos de la historia.

 

 

El hombre es un fundador de ciudades y quizá cada una de ellas haya sido fundada con el antiguo y arraigado ideal de la tierra prometida. En la memoria histórica de todas las razas existe ese ideal.

 

 

Sin ir muy lejos los aztecas llegaron hasta aquí en persecución de la tierra prometida…

 

El tema de la Arcadia, (situada geográficamente en Grecia, antiguo pueblo de pastores que fundó una confederación de tres repúblicas independientes de Esparta) ha generado reacciones en el arte de todos los tiempos, la Arcadia ha pasado a ser con el tiempo el paraíso bucólico de la literatura.

 

 

Tan recurrente como la Arcadia es la tierra de Utopía… la torre de Babel llegó a estar tan de moda que sus distintas representaciones se imprimieron en las primeras imprentas que existieron, durante varios siglos, millones de veces.

 

 

La torre de Babel tiene como único rastro de existencia actualmente una zanja gigantesca de cimentación que simula un sartén cuadrado, sin embargo su construcción, destrucción y existencia generó un gran número de mitos surgidos principalmente de la tradición hebrea. ¿Pero porqué citamos a Babel? Porque Babel es el signo más contundente de nuestra originalidad diversa… y aunque no está muy de moda ahora, pues lo ha estado en muchas épocas de la historia antigua y contemporánea.

 

 

Quizá la torre de Babel fuera la primitiva representación de un mandala universal, o la representación del monte Ararat o fuera sólo un edificio desmesurado ocurrido en la primera mente egocéntrica del mundo, recinto sagrado, lugar de combate contra los cielos. Mito insertado perennemente en la memoria histórica de todos los pueblos.

 

 

El registro de un gran diluvio universal, según Emmanuel Anati, se encuentra en casi todas las culturas: Desde África hasta América, en Irlanda, en medio Oriente… La cultura judeo cristiana lo difundió a través del pasaje de Noé, que salvó a las especies y a los hombres con quienes encalló sano y salvo en el monte Ararat. Para ocultar el miedo al cataclismo, sortear a la divinidad capaz de provocarlo, los Asirios construyen la torre de Babel. Sobre ella descansaba –además- un recinto para perpetuar la unión de un hombre –un rey- y una diosa, misma que habría de sellar un pacto de la vida humana sobre la tierra. Aquella torre de dimensiones estratosféricas pretendió ser más alta que el monte más alto que alcanzara el segundo diluvio universal. Sobre los cimientos que fundamentan la Torre de Babel queda el rastro de una cultura primigenia y, de una lengua y una sola raza que pecó de soberbia: que se inconformó con el orden divino.

 

 

¿Cuál era la Utopía de los Babelianos? ¿Qué quisieron los Babelianos? Una torre lo suficientemente alta como para no ser alcanzada por el diluvio.

 

 

También un recinto interior destinado al acto carnal entre el rey y una diosa, cuya perpetuación sellaría un pacto de preexistencia en la tierra. Pero además desearon –según otro mito agregado por los hebreos- tener en ella un punto estratégico para que las lanzas humanas alcanzaran al cielo –el enemigo- contra el cual emprendieron una lucha que los llevó a la debacle total.

 

 

Yahvé de inmediato –antes de ser apenas ligeramente herido- genera una catástrofe; para vencer y castigar a los hombres, los diversifica, los divide y este principio generó la multiplicidad lingüística que acabó por dispersar a los hombres totalmente.

 

 

 “Cus engendró a Nemrod, que fue quien comenzó a dominar sobre la tierra, pues era un robusto cazador ante Yahvé, fue el comienzo de su reino Babel, Ereg, Acad y Caine. En tierra de Senaad.”

Este es un pasaje del génesis que ubica la creación de la torre Babel, durante el reinado de Nemrod. Durante mucho tiempo se le conoció como la Torre de Nemrod. La torre de Babel ha aparecido como tema artístico y literario durante muchas etapas de la historia, se le ha representado de muchas formas. Estudiosos han escarbado una y otra vez en lo que hoy es solo una zanja fangosa y saqueada para la construcción de los pequeños poblados aledaños.

Los hebreos han defendido por siglos que la lengua primitiva hablada por todos era el hebreo, a finales del Siglo XIX se creó una lengua que intentaba convertirse en lengua franca, el esperanto, actualmente tenemos una suerte de esperanto bastante más afortunado, el inglés, una lengua globalizadora, cuya extensión ha alcanzado a todas las etnias. Jacques Vicari comparte con otros estudiosos una irónica pregunta, ¿Estará el hombre reconstruyendo su torre de Babel, reunificando lo que dios dividió en su afán globalizador?

 

Babel era la utopía de quienes se creyeron capaces de construir un mundo mejor que el otorgado por dios: un mundo en que el diluvio no pudiera vencer a las civilizaciones.

 

Cuando los hombres tiraron sus lanzas contra Dios –apostados en la cima de la torre de Babel- éstas regresaban bañadas en sangre. Motivo por el cual los humanos se creyeron capaces de herir a los dioses y asesinarlos.

 

Ahora, es interesante ver como el motivo de la generación de las comunidades es la diversidad y claro, la rebeldía hacia el orden establecido, -cuya sintomatología nació con la humanidad misma como hemos visto. Si hubiera una Utopía absolutamente necesaria en la humanidad debería ser aquella que supiera respetar la diversidad, lo que se traduce en una sociedad exenta de discriminación en todas sus direcciones. La diversidad cultural, finalmente, es la base de la Utopía… “he llegado a la conclusión de que si no se suprime la propiedad privada es casi imposible arbitrar un método de justicia distributiva, ni administrar acertadamente las cosas humanas. Mientras aquella subsista, continuará pesando sobre las espaldas de la mayor y mejor parte de la humanidad el angustioso, el inevitable azote de la pobreza y de la miseria”

 

Esto dice Tomás Moro en De optimo reipublicae statu deque nova insula Utopia, (Sobre la mejor condición del estado y sobre la nueva isla Utopía), obra escrita en 1516. La influencia que ejerció Tomás Moro y su isla de Utopía también es notable, la tierra que no existe en sí misma, sólo en la mente, lleva en su nombre su destino disperso, nulo. Todas las utopías tienden a nos ser o a ser  durante un periodo de tiempo muy corto. La obra tine un tratamiento profundo con respecto al manejo del asunto –evitable a toda costa- de las guerras, ejerce una crítica trascendente de la conducta social de su tiempo y siembra una semilla ideológica de gran alcance en la filosofía de su tiempo. Vemos a Vasco de Quiroga actuar en México conforme al ideal de un Cristianismo productivo y carente de intereses mezquinos.

Hemos apuntado cómo históricamente el hombre lleva en su consciente colectivo la idea de la tierra prometida, que se traduce en utopía o en vida ideal, y tal es el arraigo que en la actualidad, en el mundo contemporáneo las comunidades alternativas han surgido como hongos en diversas partes del mundo a partir del siglo XVIII y hasta nuestros días, sería interesante revisar una exposición, un listado de casos de comunidades alternativas.

 

Una de las primeras comunidades modernas fueron formadas por sectas religiosas en los Siglos XVIII y XIX en Norte América. Una de ellas, fundada por un señor de nombre Jhon H. Noyes, y de las más conocidas, es la de Perfeccionistas de La Oneida, se basa en la creencia de que propiedad privada fomenta el egoísmo y la suprime. Así como suprime, quizá bajo este mismo principio, la unión de parejas estables. Sin duda la fundación de este tipo de comunidades suele tener como base ideales sumamente extraños, extravagantes.

 

 

Basándose en los principios del falansterio Fourieriano, se reunió en 1840  un grupo de personas que se hizo llamar el Club Trascendental. Este grupo funda la primera Falange, seis años después se incendió  -antes de ser inaugurado- su “falansterio comunal”, y la comunidad se dispersó de la Granja Brooke de Boston.

 

 

“Se calculará en la Armonía, que los cambios de moda, las calidades defectuosas y la confección imperfecta causarían una pérdida de 500 francos anuales para el individuo, porque el más pobre de los armónicos tiene en su guardarropa vestidos para todas las estaciones y usa habitualmente de muebles y útiles de trabajo y placer que son de calidad fina.”… “Refutemos un extraño sofisma de los economistas que pretenden que el aumento ilimitado de trabajo manufacturero es un acrecentamiento de riqueza; de donde se deduce que si se consiguiese que todos los individuos gastasen anualmente cuatro veces más trajes, el mundo social obtendría una cuádruple riqueza en trabajo manufacturero.”

 

Esto lo dice Charles Fourier en El Falansterio, uno de los ensayos más influyentes que en el S. XIX se divulgaran dentro de la corriente del socialismo utópico. Fourier era un hombre que entendió las fuerzas principales de la fortuna y la desgracia. Habiendo perdido a su corta edad toda la fortuna heredada por una Francia en pleno cambio, encontró su camino en la ideología e imaginó un territorio experimental, en el cual se pusiera en práctica el funcionamiento de una microsociedad donde la propiedad privada no existía, donde el concepto de dios tenía una personalidad absolutamente novedosa, pero no desprovista de sus bondades. Donde los ricos compartirían sus fortunas con los pobres y los pobres entregarían conocimientos profundos a los ricos, que convivirían siempre en igualdad de condiciones, en fin, una serie de bellezas. Es importante remarcar la recuperación que se dio en los 60 y 70 de este concepto fourieriano, es de veras interesante leer a Charles Fourier a una vez tierno y patético, plagado de una esencia espiritual, que no omite a dios –un dios muy particular- de las ideas socialistas. Pero también es importante remarcar cual fue la  incidencia económica de este ideal socialista que llevó a la creación de sistemas de producción colectiva en el terreno agrícola como los y Koljoses soviéticos y los mismos Ejidos mexicanos. En Komsomolzen de Moscú en 1924 un grupo de estudiantes ocuparon un piso de un edificio y vivieron en común con el fin de no separarse al terminar sus estudios. Eran 5 hombres y 5 mujeres. La experiencia duró 2 años fluctuando el número de miembros hasta tener 11. Se presentó una de las plagas que mas amenaza a todo tipo de comunas: la dejadez, la suciedad. Este modelo parece repetirse al pie de la letra con los Okupas, grupos surgidos en Alemania poco antes de iniciados los ochenta Aquí podemos además hacer hincapié en que la humanidad tiende en definitiva a la degradación y tarde o temprano, estas comunidades fundadas con muy buenas intenciones quizá, tienden a caer en la oscuridad, sino en la estrafalareidad, en ciertos tabúes, en ciertos patrones de conducta que asustan o escandalizan a la sociedad general.

 

*Rowena Bali es conductora de Radio Ibero, novelista y editora de la revista Cultura Urbana, su blog es In a Row

 

Fuentes consultadas

  1. La utopía en la literatura y en la historia. F. Carmona Fernández y J.M. García Cano. Ed. Edi.tum. Murcia.
  2. La fuerza del anonimato. Materiales para la subversión de la vida. Varios autores. Ed. Espai en Blanc. Barcelona.
  3. La torre de babel. Jaques Vicari. Fondo de cultura Económica. México.
  4. Las Comunas. J. McCarandell. Tusquets, 1972
  5. El falansterio. Charles Fourier. Edición electrónica, traducción de Chantal López y Omar Cortés.
  6. La utopía en Vasco de Quiroga. Daniel Gómez Escoto (Ensayo)
  7. La utopía de Tomás Moro. Daniel Gómez Escoto (Ensayo)