Empezó el año electoral y la agenda nacional pasó a segundo término. Públicamente, nuestra vida importará sólo en el margen de la elección pero eso no implica parálisis. En la sociedad hay actividad y oportunidades para el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

 

La relación Sicilia-Calderón terminó en un esperado “diálogo de sordos”. No están de acuerdo ni en las definiciones más elementales del problema: ¿quiénes son las víctimas?

 

Para el gobierno, son los sobrevivientes de secuestros y balaceras, los muertos son “violentos”. Para el Movimiento, los muertos (“violentos” o no) dejan como víctimas a familiares. La pérdida merma su ingreso y tranquilidad.

 

“Solo con fuerza se combate al crimen” dice el presidente. Creen en las balas, no en la ley. Las cárceles son chiqueros; la PGR lleva 4 años con un presupuesto semi congelado de unos 10,000 millones de pesos. Crean fiscalías sin recursos ni facultades. Se comprometen con los derechos humanos, pero omiten su instrumentación. Los presuntos delincuentes no son considerados “humanos” ni capaces de reformarse. Son “una plaga”, no tienen derecho a debido proceso. “No creo que se les revele la verdad y cese su actuación delictiva” dice Calderón. En 5 años, no generaron un padrón de muertos. Los “violentos”, no merecen seguimiento.

 

Estados y municipios son, en su mayoría, corresponsables del desastre. El peso electoral, aumenta el daño social. El sistema político se paralizó. Reforman leyes y no pueden instrumentarlas. Asignan recursos y no los aterrizan. Pero, existe una luz al final del túnel.

 

Al Movimiento se le descalifica por su anárquica estructura. Su debilidad: la flexibilidad, es su fortaleza. Nadie ha visto tan de cerca el dolor generado por la guerra, ni desarrollado empatía social como ellos. Nadie tiene su credibilidad y convocatoria.  Mientras, Pro-víctima carece de recursos, credibilidad, y margen de maniobra para trabajar. El paquete es demasiado grande, sólo avanzarán de la mano de la sociedad.

 

El Movimiento es el vínculo natural entre sociedad y autoridad. Puede construir una red de atención certera y un padrón creíble si agrupan “oficinas de atención a victimas”. Sus adeptos conocen el via crucis de la pérdida, pueden registrar los casos y saben presionar autoridades. Con un estándar básico de operación, las oficinas pueden adaptarse a las necesidades locales. Su flexibilidad y credibilidad las hace la opción más eficaz para multiplicar la respuesta institucional.

 

Un ejemplo replicable está en Ciudad Juárez. Hay una oficina de atención a víctimas, autónoma, que registra los casos. La cabeza pertenece a la mesa de seguridad, y desde ahí, presiona  a las autoridades para ofrecer soluciones. A parte de los registros y apoyos, junto a la PGR, impulsaron un programa de reinserción social de pandilleros con éxitos palpables, aunque el presidente no lo crea.

 

Hay otros ejemplos, desde modelos estatales de seguridad como Sonora hasta iniciativas locales, como Villahermosa. Lo importante es crear una red y una marca y para que las víctimas no caigan en manos de charlatanes.

 

Parece que México esta paralizado pero son sólo sus cúpulas. Abajo se forjan soluciones que debemos valorar. Sociedad y autoridades tenemos que asumir que los gobiernos ya no pueden solos, sobra rigidez en las dependencias y voluntad en la sociedad. Es cuestión de cambiar de enfoque. La solución ya no está en las autoridades, está en otra parte.

 

@cullenaa | Facebook: la caja de espejos