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Los envíos de los mexicanos residentes en el extranjero alcanzaron el año pasado un monto histórico de 26 mil 970 millones de dólares. Es decir, casi dos veces lo que, calculan los republicanos en Estados Unidos, costaría la construcción del muro en la frontera con México.

 

 

 
Si bien el monto de las remesas en dólares creció 8.8%, el más alto en dos décadas, al hacer la conversión la cifra en pesos es superior en 28% a la de 2015.

 

 

 
En pesos –considerando un tipo de cambio promedio de 18.69- el monto de los envíos el año pasado equivale a 504 mil millones de pesos y representa casi dos veces lo recaudado por el IEPS a las gasolinas. Su relevancia en la economía nacional es tal que ya representa 2.0% del PIB y es la segunda fuente de divisas para el país, después de las exportaciones automotrices.

 

 
Esta elevada cifra se disparó en los últimos cuatros meses de 2016, poco antes del triunfo en noviembre del republicano Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, probablemente ante el temor de que este cumpla su promesa de campaña de gravar con impuestos las remesas.

 

 

 
La amenaza, en un contexto de alta volatilidad cambiaria, la significativa depreciación de la moneda mexicana favoreció los envíos de dinero desde el extranjero. Es el caso de Michoacán, una entidad que recibió dos mil 750 millones de dólares el año pasado, pero al hacer la conversión suman 51 mil 415 millones de pesos, una cifra superior al presupuesto federal asignado a esa entidad.

 

 
Ante las amenazas de gravar los envíos desde Estados Unidos, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, anunció que el gobierno enviará una iniciativa para apoyar el envío de remesas a través de la banca de desarrollo.

 

Sobre el plan de imponer una tasa a las remesas, como lo planteó Donald Turmp durante su campaña, resultaría complejo por varios motivos, uno de ellos es que esa aplicación fuerce a los inmigrantes a reducir los envíos por transferencia y busquen canales alternativos.

 

 

 
“Expandir el tamaño del mercado negro no es el objetivo de una tasa sobre las remesas”, indicó Alex Nowrasteh, investigador en inmigración del conservador centro de estudios Cato en un estudio sobre las propuestas de Trump.

 

 
Menos obvio, pero algo que también lastrará la hipotética efectividad de la tasa desde el punto de vista macroeconómico es que si estos ingresos por remesas se reducen porque se envía menos o porque se le aplican impuestos, el consumo final caería en México, debido a la importancia de las remesas en las finanzas de los mexicanos que reciben dinero de sus familiares en EU.

 

 
“Una caída en el consumo de los hogares mexicanos afectaría seguramente las exportaciones estadounidense, especialmente dado que México es el segundo destino principal de las exportaciones de EU”, explicó Monica de Bolle, del centro de estudios Peterson Institute de Washington.

 

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