La moda es la que dona más.

 

O la que saluda mejor… con dinero ajeno, por supuesto.

 

Los partidos se disputan cuánto pueden ceder de sus prerrogativas para los damnificados, y surge la puja:

 

-¡20%! -grita Andrés Manuel López.

 

-¡Yo doy 25%! -se adelanta Enrique Ochoa, y sin esperar aprobación de las autoridades electorales ni reformas a la ley pone a disposición de los afectados más de 250 millones de pesos.

 

En el mar de declaracionitis hay quien sugiere acabar con la entrega de recursos públicos a partidos y de plano evitar gastos para las elecciones federales y estatales de 2018.

 

Ojalá así fuera, como dijimos aquí el viernes pasado.

 

Pero es regresar al pasado.

 

A principios de los 90 fui testigo de la negociación del entonces Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) para evitar traspaso de recursos del erario al PRI.

 

Carlos Salinas y Luis Donaldo Colosio accedieron al planteamiento de Luis H. Álvarez y Diego Fernández de Cevallos, y se abrió el financiamiento público y privado en proporción 80/20.

 

Hoy, sin ese 80%, ¿de dónde llegarán los fondos de las campañas?

 

Es un riesgo.

 

LAS ADVERTENCIAS OLVIDADAS DE AMLO

No hace falta esperar ese futuro.

 

La infiltración del crimen organizado se ha dado a pesar de una ley supuestamente rígida y con autoridades encargadas de vigilar en tiempo real.

 

Paradigmático es el caso de José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala impulsado por Andrés Manuel López Obrador, a pesar de haber sido advertido de sus nexos con el cártel Guerreros Unidos.

 

El periódico La Raza, de Chicago, acaba de publicar un reportaje y narra cómo la gente de Iguala no perdona a López Obrador la imposición:

 

“Aquí era tranquilo hasta que el PRD dejó que José Luis Abarca le quitara la candidatura a Oscar Díaz, que era el aspirante natural”, narran informantes del diario.

 

El reportero presenta el largo entramado de nexos de Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, con la delincuencia organizada, y recoge otro testimonio:

 

“Yo vi el escrito que Oscar (Díaz, entonces dirigente del PRD) entregó a Andrés Manuel López Obrador en el que advertía que Abarca estaba metido con Guerreros Unidos, y él no le hizo caso.

 

El reclamo persiguió a López Obrador hasta Nueva York, donde un padre de los normalistas de Ayotzinapa, Antonio Tizapa, le reclamó su complicidad.

 

-¡Cállate, provocador! -le gritó López Obrador.

 

Narra La Raza:

 

“La intolerancia molestó tanto a los padres de familia de los normalistas como a los igualtecos que habían depositado la confianza en la izquierda representada por López Obrador”.

 

SHEINBAUM TAMPOCO DEBE DEJAR TLALPAN

Varios lectores me han llamado.

 

-Si Miguel Ángel Mancera y Ricardo Monreal no pueden irse y abandonar a los damnificados, tampoco debe hacerlo Claudia Sheinbaum, elegida por Andrés Manuel López para candidata de la capital.

 

-Claro. Y debe hacer mucho más: aclarar cuántas desgracias más ocurrieron por ineptitudes de su marido, Carlos Imaz, ex jefe delegacional en Tlalpan.

 

Sus nexos con Carlos Ahumada lo llevaron a ser exhibido públicamente por no entregarle Obras Públicas a cambio de financiamiento para su campaña.

 

¿De qué hablábamos arriba?

 

caem