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Se le quebró la voz y las lágrimas afloraron por unos segundos, pero fue suficiente para convertirse en un momento memorable y humano durante el último discurso de Barack Obama como Presidente, en Chicago, la ciudad que vio nacer su carrera política.

 

“Esta noche es mi oportunidad para decir gracias; cada día aprendí de ustedes, ustedes me hicieron un mejor Presidente y un mejor hombre”, arrancó Obama su discurso con una gran ovación en el centro de convenciones McCormick Place de Chicago, que fue interrumpido a gritos de “Four more years” (“Cuatro años más”), mientras él les sonreía y contestaba a los más de 20 mil asistentes “No puedo”.

 

Allí llamó a la unidad “más allá de nuestras diferencias” y apuntó: “Rivales como Rusia o China no pueden superar nuestra influencia en todo el mundo”.

 

También reconoció: “Después de mi elección, se habló mucho de un Estados Unidos posracial. Esa visión, aunque bienintencionada, nunca fue realista. Porque la raza sigue siendo una fuerza potente y a menudo divisoria en nuestra sociedad”.

 

En otro tramo, expresó que el cambio “es el corazón pulsante de nuestra idea americana, nuestro valiente experimento de auto-gobierno. La convicción de que todos somos creados iguales (…) Nosotros, la gente, a través del instrumento de nuestra democracia, podemos formar una unión más perfecta”.

 

En lo que pareció un mensaje contra Donald Trump a quien cederá la presidencia el 20 de enero apuntó: “Tenemos que mantener las leyes contra la discriminación”. Añadió, asimismo, que negar el cambio climático “traiciona a futuras generaciones”. Aunque habló de “transparencia pacífica” con la administración del Presidente electo y dijo: “Depende de todos nosotros asegurarnos de que nuestro Gobierno pueda ayudarnos a acometer los muchos desafíos que todavía enfrentamos”.

 

El Presidente también presumió de haber matado a “decenas de miles de terroristas” en todo el mundo, incluyendo al líder de Al-Qaeda y cerebro de los atentados del 11 de septiembre, Osama Bin Laden.

 

Dijo que proteger el modo de vida requiere más que militares, y que la democracia puede doblegarse si se cede al miedo, por lo que se requiere que cada ciudadano siga vigilante contra la agresión externa y contra el debilitamiento de los valores que forjaron el carácter del país.

 

“Lo que me lleva a mi punto final: nuestra democracia se ve amenazada siempre que lo damos por sentado. Todos nosotros, independientemente del partido, debemos lanzarnos a la tarea de reconstruir nuestras instituciones democráticas”, dijo.

 

Casi al final de la comparecencia pública y después de una férrea defensa a su legado en la Casa Blanca, el gobernante dirigió unas emotivas palabras a su esposa y primera dama, Michelle Obama. El mandatario puso a su pareja como ejemplo para las futuras generaciones. “En estos últimos 25 años no sólo has sido mi esposa, madre, sino mi mejor amiga. Asumiste un rol que no pediste y lo hiciste con gracia, estilo y buen humor”, dijo.

 

Al intentar continuar, a Obama se le quebró la voz y al público el corazón. Los miles de espectadores lo ovacionaron. El Presidente saliente también tuvo palabras para sus hijas, Malia y Sasha. Tampoco pudo quedar fuera su vicepresidente; con ello más excusas para alimentar el “bromance” con Joe Biden. “He ganado un hermano”, se refirió Obama sobre su mano derecha.

 

“Sí, se puede, sí lo hicimos”, dijo el primer Presidente afroamericano al cerrar su discurso de despedida.