Parecen simples vados, pero realmente se trata de una zona de fallas geológicas que ha deteriorado la calzada Zaragoza, entre el Peñón Viejo y el municipio de Los Reyes La Paz, agravadas por la extracción excesiva de agua del subsuelo, para saciar a una ciudad sedienta.

 

Pero no sólo se trata de la avenida sino también de la infraestructura que se encuentra en la zona: la Línea A del Metro ha sido cerrada constantemente para nivelación, la propia avenida que es una de las salidas a Puebla, es rellenada constantemente para “emparejar la vialidad” y los hundimientos siguen.

 

En un simple recorrido se pueden detectar hundimientos de hasta cinco metros en menos de cinco años (la zona del Ángel de la Independencia se ha hundido 10 metros en 100 años).

 

Hay casas dañadas, que se tuvieron que abandonar; la UNAM ha invertido decenas de miles de pesos en la recuperación de edificios afectados en la FES Zaragoza; el puente Amador Salazar ha sido cerrado en los últimos 10 años cuando menos en tres ocasiones; y actualmente, se está nivelando una zona al pie del puente de La Concordia, además de que están cerrados dos carriles en el sentido Puebla-Zaragoza.

 

El Instituto de Geología de la UNAM tiene un estudio en el que se señala que la falla que atraviesa varios punto de la Zaragoza no deja de crecer, a lo ancho y a lo largo, lentamente.

 

Una de las hipótesis que se manejan es que las fracturas tienen que ver con la desmesurada extracción de agua del subsuelo, en una zona en donde el acuífero no se recarga; el agua de lluvia es sacada de la zona mediante drenaje.

 

Los hundimientos

 

Este es sólo un ejemplo de cómo los hundimientos afectan a la Ciudad de México.

 

Cuando nos dicen que la ciudad se hunde debido a la extracción de agua, se nos pone de ejemplo al Ángel de la Independencia: las escalinatas, son el equivalente a lo que se ha hundido la ciudad en 100 años.

 

Pero hay otros ejemplos, no tan amables, de cómo afecta este fenómeno a la capital del país: el templo de San Agustín, ubicado en Bolívar y Uruguay –y que actualmente es restaurado– fue fracturado por los hundimientos diferenciales; la antigua escuela de Medicina de la UNAM, que se encuentra frente a la Plaza de Santo Domingo, también tuvo que ser restaurada por el mismo problema.

 

Daños invisibles

 

Otro tipo de daños a la Ciudad de México son los que no se ven, pero sí se sienten en las arcas capitalinas.

 

Ante el hundimiento los drenajes y las redes de agua se fracturan y causan fugas que reblandecen el suelo y los cimientos de los edificios.

 

Antes se sacaba el agua de drenaje de la ciudad mediante gravedad, a través del drenaje profundo. Pero los hundimientos han reducido la inclinación y ahora es necesario que todos los días del año, estén encendidas las bombas para evitar que la urbe se inunde.

 

Estos son sólo unos ejemplos de cómo fracturamos la ciudad para saciar nuestra sed.