Las obras de infraestructura para abasto de agua en el Ciudad de México carecen de sustentabilidad y ocasionan el hundimiento del Distrito Federal y escasez del líquido, aseguró el presidente de la comisión especial de Desarrollo Sustentable, René Ricardo Fujiwara Montelongo.

 

Al concluir el evento “El Cambio Climático desde una Visión Liberal”, promovido por la Fundación Friedrich Naumann, el legislador explicó que las redes de suministro y desagüe son “obras que no se ven”, por lo que no se les da mantenimiento adecuado, lo que provoca que se pierda hasta el 40 por ciento del agua en fugas.

 

“Necesitamos hacer nuevas políticas de sustentabilidad; tan sólo en la Ciudad de México, el 70 por ciento del agua que se utiliza se toma del acuífero subterráneo, lo que hace que haya un hundimiento constante, y el problema se agrava porque cada vez hay más vivienda y se expande la pavimentación hacia áreas verdes protegidas”, refirió.

 

Aunado a esto, el diputado por el Partido Nueva Alianza (Panal) afirmó que para que el agua pueda ser llevada a la altura que se requiera en la Ciudad de México, se usan plantas de bombeo que implican altos consumos de energía eléctrica.

 

Calificó como contradictorio que el sistema de drenaje profundo fuese diseñado para sacar más agua de la que entra a la zona metropolitana y no se optara por sistemas de reinyección del agua pluvial al manto acuífero. “El agua, y la basura que arrastra, es lanzada al Golfo de México; el gran excusado de la ciudad”, sostuvo.

 

Un tranvía es la mejor opción para el DF: Michael Kauch

 

Previamente, Michael Kauch, integrante del Partido Liberal Alemán, aseguró que “el primer obstáculo para la sustentabilidad en México son los políticos, porque prefieren realizar obras rápidas y con presencia visual, que sirvan para hacer campañas electorales, que obras de largo plazo cuyo beneficio sea social y ecológico”.

 

Afirmó que “el Metrobús es un sistema de transporte interesante, pero la ciudad es tan grande que sería mejor tener un transporte de tranvía, que uno de autobús. El problema es que su tiempo de construcción es más largo y más costoso, y los políticos quieren irse por una obra que les ayude a conseguir votos en época de elecciones”, agregó.

 

Explicó que un tranvía puede dar funcionamiento hasta por 25 años, mientras que en ese mismo lapso los camiones de servicio de transporte deben ser renovados o cambiados varias veces.

 

“En este país, el transporte público es el cuarto emisor de gases, pero si se aplica la eficiencia se ahorraría dinero; lamentablemente, la inversión en el desarrollo de energía para transporte es muy costoso”, expresó.  DM