No digo que sea fácil, pero tampoco es cosa de otro mundo hacer de la llamada fiesta final una de verdad, una que se apegue al espíritu de su creación: partidos a matar o morir, donde la intención debe ser siempre acceder a la siguiente ronda ¿ganando más que no perdiendo?

 

Una Liguilla jugada así se aplaude y agradece: equipos mayormente ocupados en la portería rival y no tan preocupados por defender la suya. Claro, hay de formas a formas, y Pumas nos da el claro ejemplo.

 

Polémica de verdad, jugadas discutidas, decisiones controversiales, una buena cantidad de goles y algunos de gran manufactura. Ídolos que vuelven a serlo en momentos decisivos, villanos inesperados, volteretas, maldiciones vigentes, emociones, intensidad y partidos bien jugados.

 

Tigres volvió a ser incomparable y parece haber despertado en un punto neurálgico del campeonato. Para nadie era secreto que tenía mucho mejor plantel que Pumas, mejor juego colectivo y ciertamente mostró mayor consistencia en el torneo regular, por otro lado tampoco imaginábamos una goleada escandalosa como la del sábado, en la que pondero mayormente la ambición y la fortaleza ofensiva de los de Ferretti, y aunque para bailar siempre se necesitan dos, y una goleada requiere de la combinación de un equipo lucido y otro totalmente ido, Tigres merece todo el reconocimiento por haber buscado los 90 minutos el arco rival.

 

Y mire que sonará raro, pero resultó un 5-0 que se quedó corto en relación al número de oportunidades que generó.

 

Para Paco Palencia son etapas de aprendizaje: su equipo jugó mejor de lo que teníamos presupuestado e hizo más de lo que su plantel nos permitía imaginar. Una campaña que termina con un buen torneo, pero de 90 minutos catastróficos en la despedida.

 

León me pareció perfectamente capaz de eliminar a Tijuana desde un principio, y lo logró: sufriendo y de manera casi milagrosa, pero con justicia, esa misma justicia que le dio la espalda con un penal muy dudoso que podría estar precedido de una falta previa y una decisión final de quien estaba más lejos de la jugada: el árbitro asistente. Posteriormente, con el árbitro en otro partido, jamás se percató que concedió mal un saque de manos al conjunto local que terminó en la segunda anotación de los perros.

 

León tuvo capacidad de reacción y se apegó a su enorme poder ofensivo para acceder de nueva cuenta a semifinales dejando muy en claro que es la franquicia más exitosa en los últimos años, al tomar en cuenta presupuestos y el proyecto en general.

 

Dos semifinalistas que hoy tienen las herramientas suficientes para una nueva conquista. Una Liguilla a la altura esperando que el campeón y los más populares no hagan que estas letras pierdan sentido.