Opiniones expertas aseguran que un mayor apoyo a la investigación científica repercute en mejores condiciones y más oportunidades de desarrollo social y económico para la ciudadanía. De hecho, es muy extraño encontrar a alguien que no acepte la relación directa entre la capacidad científica y tecnológica de un país con el tamaño y la fortaleza de su economía.

 

Sin embargo, al menos en México este correlato no parece tener muy convencidos a los tomadores de decisiones, especialmente en lo que a presupuesto se refiere pues aun cuando hay mejoras incrementales el rezago permanece ahí. Podría decirse que buena parte de esta situación se debe a que las comunidades de ciencia, tecnología e innovación (CTI) -básicamente los sectores académico y empresarial- no han podido transmitir al resto de la sociedad que el conocimiento generado en las universidades y centros de investigación puede servir, además de acrecentar nuestra apropiación del universo, para ofrecer soluciones a los cotidianos conflictos de la gente y los grandes problemas de la nación. Es decir, que esta labor es esencialmente comunicativa.

 

La semana pasada, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, AC (FCCyT) presentó, en voz de su coordinadora general, la doctora Gabriela Dutrénit, el informe de labores 2013 y uno de los puntos más importantes ahí vertidos es el de la contribución que esta asesoría autónoma federal ha hecho con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para elaborar propuestas que alimenten el Programa Especial de CTI (PECITI 2012-2037), mismo que el Ejecutivo encomendó hace un año.

 

En la liga de Internet: http://goo.gl/loVXS se hallan disponibles para su consulta pública los siete temas de esta contribución y, con el título “Efectos económicos y sociales de la inversión en ciencia, tecnología e innovación”, el primero de estos análisis muestra cómo una mayor inversión pública y privada en CTI produce una serie de efectos multiplicadores a lo largo de la actividad económica, con los consecuentes impactos tanto en productividad como en mayor bienestar social.

 

Varios son los ámbitos desde los cuales una mayor inversión en CTI podría transformarse en mayor y mejor oferta de soluciones ante determinados problemas que enfrentan millones de mexicanos. Quizá los más apremiantes sean los que tienen que ver con los distintos tipos de seguridad: social, pública, alimentaria, patrimonial, etcétera. Por poner un ejemplo, en el informe de labores 2013 del FCCyT, el doctor David Kershenovich señaló que 6.9 millones de connacionales viven con algunos de los tres tipos de diabetes; sin embargo, otros seis millones que también la padecen no lo saben.

 

Por razones como ésta, el Foro Consultivo, a través de redes de trabajo con expertos de diversas disciplinas y áreas del conocimiento, se ha dado a la tarea de identificar cómo dar respuesta basada en la CTI a problemas concretos como el de la diabetes, que el doctor Kershenovich no dudó en considerar como asunto de emergencia nacional y que, en la medida en que se disponga de mejores instrumentos, docencia, centros de investigación y redes de trabajo, se podrá avanzar hasta llegar a una mejor respuesta clínica y de atención a este tipo de problemas.

 

Como ésta, otras prioridades pueden y deben ser atendidas desde la perspectiva de la ciencia, la tecnología y la innovación, mas esto no ocurrirá en tanto no tengamos claridad los diversos componentes del Estado, lo mismo la sociedad civil, que es su columna vertical, como los tomadores de decisiones y los artífices de las políticas públicas, tan necesarias en el sector.

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