Los priístas del siglo XXI celebraron… perdón, conmemoraron los 20 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, con docenas de discursos que pueden resumirse en dos palabras: “Si hubiera”.

 

Los oradores -de alguna manera hay que llamarlos- hablaron hasta el cansancio de lo que hubiera hecho el candidato presidencial asesinado en campaña, si hubiera logrado llegar a ocupar la residencia oficial de Los Pinos como presidente de la República en el sexenio 1994-2000. Si hubiera, bla, bla, bla.

 

Lo mejor que se les ocurrió a los “conmemoradores”, apuntan los observadores políticos, fue referirse -por enésima ocasión- al multicitado discurso “colosista” del 6 de marzo de 1994, en el que el candidato pintó su raya y marcó su distancia con el presidente en funciones, como lo habían hecho todos, to-dos los candidatos presidenciales del PRI antes de Colosio, como lo ordenaban los usos y costumbres del “viejo” PRI del siglo XX.

 

Pero hay quienes se atreven a preguntar: ¿Qué razones tienen los priistas del siglo XXI para exhumar a Luis Donaldo Colosio? Y los observadores políticos se atreven a responder: Parece que la “exhumación” tiene muy poco que ver con la vida del malogrado político sonorense -quien no tuvo tiempo para demostrar las cualidades que le atribuyen sus admiradores-, pero sí tiene mucho que ver con su muerte.

 

Ha sido notable la avalancha de reportajes, artículos, editoriales y columnas que se ocupan de seguir preguntando quién mató a Colosio. Ante esa pregunta surge una vez más la cuasi respuesta que pocos periodistas se atreven a expresar, pero que en su momento -allá por 1994- dio el Subcomandante Marcos desde su campamento en Chiapas: “No se hagan bolas; fue Salinas”.

 

Por supuesto, quienes urdieron el bonito espectáculo de la “resurrección” de Colosio sabían que, en automático, saldrían a relucir dos nombres: Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís.

 

A Camacho ya no le hace ni bien ni mal que lo liguen por enésima ocasión con el asesinato del candidato presidencial de 1994, porque hay que reconocer que “Manuelito” es, en la política nacional, un cadáver insepulto.

 

A quien los priistas del siglo XXI dirigieron sus misiles fue a Salinas, porque ese ex presidente de la República se niega a aceptar que su tiempo ya pasó y sueña con agarrar un segundo aire.

 

Por eso, los homenajes a Colosio buscaron de manera principal que resurgiera la terrible interrogante que todavía no tiene respuesta basada en hechos puros y duros. Lo que sí trajo consigo la pregunta es la nueva puesta en circulación de un viejo rumor que coloca a Salinas -para su desgracia- en el centro del escenario que tiene solamente a tres actores protagónicos:

 

Luis Donaldo Colosio -el único verdadero muerto-, Manuel Camacho -muerto político- y Carlos Salinas, a quién sus correligionarios del “nuevo” PRI quieren ver convertido en cadáver político para que deje de joder y entienda, de una buena vez, que el paso del tiempo lo redujo a la condición de persona non grata, apuntan los observadores.

 

¡”No se hagan bolas”, pues!

 

AGENDA PREVIA

 

Parece que ya comienza a saberse de dónde provino el lodo con el que pretendieron “salpicar” a Manlio Fabio Beltrones, quien se ha erigido como uno de los más agudos políticos de los últimos tiempos que ha sabido generar acuerdos y consensos para sacar las reformas estructurales que por años habían naufragado. La derecha, la ultra, -para ponerlo en blanco y negro- ha diseñado, dicen los investigadores de este caso, una campaña en contra de la Cámara de Diputados, aprovechando la disputa corderonista-maderista, con el fin de “ablandar” a los legisladores más influyentes en el contexto de la discusión de las leyes secundarias de las reformas energética y de telecomunicaciones -que son en donde los yunquistas evidencian más intereses- así como en la no muy lejana Ley Ferroviaria. ¿No será que lo que persiguen es inhibir el trabajo de gestión social de legisladores de todos los partidos y sacar raja para mantener sus privilegios? Por lo pronto, Beltrones ya les advirtió que no se dejará amedrentar con sus juegos mediáticos y campañas negras propias de esos clanes.