Esta ocasión pusimos a prueba dos de los vehículos todoterreno más extremos disponibles en México. Queremos aclarar que no se trata de un comparativo, ya que no compiten ni en segmento, ni en configuración, ni en talla, ni en precio. Lo único que tienen en común estos dos imponentes vehículos es su extraordinaria capacidad para rodar fuera del asfalto y sortear los más agrestes obstáculos.

 

FORD RAPTOR

Representando a Estados Unidos tenemos a Ford Raptor, que vive su segunda generación de historia. Es el modelo más radical de la Serie F150. A diferencia de su predecesor, el nuevo Raptor está impulsado por un motor V6 Ecoboost de 3.5 litros que entrega 450 caballos de fuerza y 510 lb-pie de torque, que son administrados por una caja automática de 10 relaciones, mientras que el primer Raptor montaba un V8 aspirado. Son cifras superiores a las que entregaba el de la generación anterior, no sólo en potencia y torque, también en cuanto a consumo de combustible y emisiones contaminantes.

 

Foto: Carlos Ponce

 

Además, su imponente carrocería posee un bastidor de acero en escalera, pero con carrocería de aluminio, lo que reduce considerablemente el peso del vehículo, optimizando su rigidez torsional, que en conjunto hacen al Raptor un vehículo muy capaz y resistente fuera del asfalto, pero también muy eficiente rodando en carreteras de alta velocidad y dócil en tránsito urbano.

 

La suspensión con la que se ha equipado al Raptor le permite sortear obstáculos que a otros 4×4 los dejaría varados. Atrás, los muelles longitudinales y amortiguadores Fox Racing de doble tubo, le dan una flexibilidad y resistencia extraordinaria. Al frente son los mismos amortiguadores y resortes helicoidales con doble trapecio.

 

Estéticamente, el Raptor posee muchos elementos que lo diferencian del resto de la gama F150: parrilla, defensas, estribos laterales, rines y llantas nos dejan en claro que se trata de un vehículo que nació para la aventura. Su aspecto nos recuerda mucho a los vehículos que corren la Baja 1000, pero éste no fue modificado, así nació.

 

En la cabina se vive una atmósfera de amplitud y sofisticación, con todos los pulsadores del tablero de instrumentos, una consola central y una superior, por lo que pareciera que estamos a bordo de un tanque militar. Con más elementos de confort, pero sin duda es un vehículo que transmite poder cuando se está detrás de su volante.

 

MERCEDES-BENZ CLASE G500

El Clase G de Mercedes-Benz es un vehículo todoterreno que fue desarrollado principalmente para su uso militar. Sin embargo, su uso comercial para civiles ha resultado más exitoso de lo que la misma marca esperaba. Desde 1979 la fórmula no ha variado mucho, y si bien ha sido sometido a varias actualizaciones estéticas y de equipamiento, la esencia es la misma. Se dice que para 2018 habrá un rediseño total del Clase G y que será mostrado en el Salón de Fráncfort en septiembre próximo.

 

Foto: Carlos Ponce

 

Este año, el modelo 2017 de Clase G es uno de los vehículos todoterreno más capaces en off road y, además, de los más lujosos.

 

Bajo el cofre del G500 encontramos un V8 de 5.5 litros que entrega 387 hp a un régimen de seis mil vueltas por minuto. El torque de este motor está cifrado en 376 lb-pie. Dicha fuerza se transfiere a ambos ejes o sólo al frontal, de acuerdo con la modalidad de manejo que elijamos en su transmisión, la cual cuenta con siete relaciones, bloqueador de diferencial delantero, trasero y central. Tal vez el Clase G no sortee algunos obstáculos con la agilidad del Raptor, sin embargo, son pocos los caminos que no puede surcar o inventarse él mismo.

 

Curiosamente, más de 80% de los propietarios de un Clase G no explota sus capacidades off road ni al 50%. Lo que sí buscan es imagen, presencia y un entorno muy lujoso. Y es que la cabina del Clase G500 es la interpretación de uno de sus más fastuosos sedanes llevada a un vehículo de uso rudo, combinando así lo mejor de dos mundos.

 

caem