Francisco Javier García Rodríguez, sacerdote de Autlán en Jalisco, fue detenido por la Fiscalía General del estado por abusar sexualmente de una menor de 11 años.

 

El sacerdote de 60 años llegó a Autlán donde una familia le ofreció hospedaje en su casa y durmió en el cuarto de la menor, situación que aprovechó para cometer el delito. Rodríguez amenazó a la niña de “hacerle lo mismo a su hermano menor” si ella lo delataba.

 

Semanas después del abuso, la menor le contó a su madre lo sucedido por lo que la mujer levantó la denuncia ante la Fiscalía.

 

El Ministerio Público ordenó la realización de exámenes físicos y psicológicos mismo que resultaron positivos a violencia sexual e inmediatamente se solicitó una orden de aprehensión en contra del religioso.

 

Con él, suman dos los sacerdotes acusados del mismo delito en el municipio tapatío.

 

Renuncia obispo

 

En tanto, el pasado 25 de junio el Papa aceptó la renuncia anticipada “por causas graves” del obispo de Autlán, Gonzalo Galván Castillo.

 

En un breve comunicado, la sala de prensa de la Santa Sede informó que Francisco aceptó la dimisión según el artículo 401.2 del Código del Derecho Canónico, la ley fundamental de la Iglesia católica.

 

Ese apartado considera las renuncias anticipadas de los obispos por enfermedad y “otra causa grave” que disminuya la capacidad para desempeñar el cargo.

 

Galván Castillo era obispo de Autlán desde el 26 de octubre de 2004. En las últimas semanas había acusado un “problema de salud” de naturaleza muscular, aunque no aclaró cuál.

 

Al mismo tiempo, durante su ministerio fue acusado de mala gestión y de supuestamente encubrir a sacerdotes culpables de abusos sexuales contra menores.

 

La prensa mexicana desde hace tiempo reportó del caso de un joven de nombre Eric, quien habría denunciado al prelado los abusos sexuales que habría sufrido en 2002, cuando tenía 11 años, de parte de un sacerdote identificado como Horacio López.

 

Años más tarde la propia víctima y su familia acusaron al obispo de negligencia, al advertir que el presbítero en cuestión no sólo no había sido alejado del ministerio sacerdotal, sino que se le había cambiado de parroquia y hasta de diócesis.

 

El caso nunca se aclaró, como tampoco las quejas que se elevaron contra Galván Castillo de una falta de idoneidad para conducir la diócesis, por ausencia y falta de personalidad. Con información de Notimex y Vallarta Noticias