El Partido Demócrata volvió a rebelarse contra el nuevo presidente de Estados Unidos. Luego de oponerse a la nominación de varios ministros del gabinete de Donald Trump, ahora se plantaron en un rechazo acérrimo al juez que el presidente eligió para ocupar el puesto vacante en la Corte Suprema de Justicia, el conservador Neil Gorsuch, lo que forzó a los republicanos a cambiar las normas del Senado para que la confirmación solo requiera una mayoría simple.

 

Su proceso de confirmación siguió un guion preparado en el Senado, con un bloqueo momentáneo provocado por los demócratas que llevaron al límite sus maniobras de “filibusterismo” (tácticas dilatorias en el Legislativo) para entorpecer la llegada del juez al Supremo.

 

En una primera votación, Gorsuch obtuvo 55 votos a favor de su confirmación y 45 en contra, una cifra insuficiente que no le permitió alcanzar la barrera de 60 que las normas del Senado marcaban para aprobar a los candidatos al Supremo.

 

Pese a ese revés inicial, el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, sometió entonces a votación un cambio en la normativa del Senado para permitir la confirmación de Gorsuch con una mayoría simple y terminar así con la estrategia dilatoria demócrata.

 

La maniobra, sin precedentes en la historia estadounidense y conocida como “opción nuclear”, cambia las reglas del Senado, al requerir una aprobación solo por mayoría simple: 50 votos.

 

En cuanto a la elección del juez, los demócratas están indignados por la manera como los republicanos trataron al designado por el entonces presidente Barack Obama para ocupar la banca vacante en el tribunal el año pasado, rehusándose siquiera a celebrar una audiencia en torno al postulado, el juez Merrick Garland. El lugar quedó vacío por 10 meses.

 

Llegada crucial

 

Los republicanos que pretenden mantener a su favor la hegemonía de la máxima instancia judicial del país durante décadas, una posición que les permitiría cambiar por completo la realidad de Estados Unidos. Gorsuch, de 49 años, forma parte de esta estrategia republicana que a largo plazo podría revertir decisiones adoptadas por el mismo Supremo en campos como el aborto o los derechos homosexuales.