¿Qué pasará con el comportamiento de la economía a partir del 1 de diciembre cuando Enrique Peña Nieto asuma la Presidencia de la República? ¿Qué suerte correrán las pretendidas reformas fiscal y energética que el gobierno del presidente electo enviará al Congreso al inicio de su administración como ya han declarado miembros prominentes de su equipo? ¿Tendrá el presidente entrante los arrestos políticos para cristalizar avances en el marco jurídico-institucional y dinamizar la inversión en el país en sectores clave, como el de telecomunicaciones, tan postergadas?

 

¿Encabezará Enrique Peña Nieto el gobierno que finalmente ponga a México en la mira de los inversionistas extranjeros como una economía que “sí se mueve” y en la que “ocurren cosas” para dar el brinco de la que tanto se ha hablado?

 

Estoy seguro que preguntas como éstas pasan por la cabeza de los empresarios desde que Enrique Peña Nieto ganó la Presidencia. Y con matices en las respuestas, lo que veo y escucho cada vez con mayor frecuencia en los círculos empresariales es que la llegada del priista a Los Pinos está generando altas expectativas con la marcha futura de la economía, que reclamarán resultados concretos muy pronto.

 

Y no es para menos. El propio Peña Nieto y su equipo cercano han alimentado esas expectativas con un estilo pragmático, de compromiso fácil, y con una imagen de autosuficiencia que los empresarios “han comprado” en poco tiempo. Bien por la confianza generada, pero en 50 días más Peña Nieto tendrá que comenzar a demostrar que las altas expectativas con las que llega al gobierno pueden, efectivamente, ser una realidad.

 

Sin embargo no será fácil. Cómo reducir la violencia, es un asunto que deja poco a la creatividad; y cómo abrir espacios de mercado para nuevos competidores en un país de oligopolios, también.

 

SÍGALE LA PISTA…

 

1. RIESGO ESPAÑA. La decisión de Standard & Poor’s de rebajar la nota de la deuda española en dos peldaños para situarla al borde de los denominados “bonos basura” coloca al primer ministro Mariano Rajoy en una posición apremiante. Si bien la principal razón que esgrimió la agencia calificadora tiene que ver con la profundización de la recesión y con ello un esperado deterioro de las cuentas públicas, la agencia también aduce la posibilidad de una creciente inmovilidad política del gobierno de Rajoy para resolver los conflictos sociales y los enfrentamientos con los gobiernos regionales. Para S&P, en la dirección que va España se avecina una crisis político-social que eleva el riesgo para los inversionistas en deuda española. Colofón: Rajoy tiene los días contados para pedir el rescate y dar oxígeno a un aparente callejón sin salida.

 

2. EL DESASTRE. Lo que debió ser “el golpe” mediático para el gobierno de Calderón en la lucha en contra del crimen organizado al final de su gobierno, se convirtió en una polvareda de rumores y versiones confusas por una serie de errores en la política de comunicación del gobierno. No extraña. Éste, el de muerte de El Lazca, fue un evento fallido más en la comunicación gubernamental que se agrega a una ya larga lista de errores que acumularon los dos gobiernos panistas que se caracterizaron por el desastre de lo que llaman “política de comunicación social”. Una política de improvisados.

 

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