Recuerdo cuando conocí a la inolvidable Montserrat Caballé en el hotel Ritz de Barcelona (me la presentó Tito Parés, CEO del resort), donde también conocí a Mary Santpere, Xavier Cugat, José Luis de Vilallonga, Cuixart, etcétera. Curtida en los repertorios alemán e italiano en el Teatro Municipal de Basilea y en la Ópera de Bremen, la célebre artista a la edad de 28 años, el 7 de enero de 1962, haría el que sería su debut triunfal en Barcelona, su ciudad natal, donde falleció hace unos dias a la edad de 85 años.

Una anciana de más de 80 años que ya no podía levantarse del sillón y que se desenvolvía desconcertada, incrédula, cuando pacta o pactaba con la justicia. Allí en su piso, vi varias fotos con el rey Juan Carlos, con Brezhnev, con tres Papas; el premio Príncipe de Asturias; los Grammys, los discos de platino; la condescendencia con Jordi Pujol. “También los Santos se equivocan”, decía, no había perdido su carcajada tintineante. Ni su cierto aire de intemporalidad. La Caballé siempre tuvo 50 años.

El pelo azabache disimulaba el milagro. Y recogía el moño como si estuviera a punto de cantar Madame Butterfly. La rodeaban más recuerdos que amigos. Niña de la posguerra, emigrante en Suiza y Alemania, ícono soviético. Y bien robusta, como Pavarotti (“gorda a mucha honra, apuntaba porque pasamos hambre los dos y porque prometimos no volver a pasar la misma”).

No escuchaba sus discos Montsy en casa. Su carrera se prolongó más de lo necesario. Para el tenor hispano/mexicano Plácido Domingo, la Caballé tenía un “timbre de voz increíble y único”. Con ella compartió varias veces el escenario en una época dorada para los intérpretes españoles.

Recordando las tardes de éxito que compartieron en teatros de todo el mundo (México, Nueva York, París y Barcelona). Placido también comentó que Montsy tenía gran capacidad para unir frases, una detrás de la otra y que le decía: “Montserrat ¿Cuándo vas a respirar?” Montserrat Caballé dispuso y comentó a su familia que no quería ser exhibida tras su muerte. Por lo que después de su fallecimiento, la familia declinó el ofrecimiento que hizo Salvador Alemany, presidente de la Fundación del Liceo, de colocar la capilla ardiente en alguna estancia del teatro de la Rambla barcelonesa.

Un teatro que tras el estreno de la temporada en la noche del viernes con I Puritani – la última obra que escribió Bellini y que Montserrat cantó a lo largo de su carrera–, se despertó con la triste noticia del fallecimiento de una persona y artista que marcó buena parte de la historia del Liceo, en donde actuó en más de 200 ocasiones, “un teatro de ópera que difícilmente hubiera llegado a ser lo que es sin ella”. Se dedicarán las funciones de I Puritani a Caballé y se ofrecerá al público un libro de condolencias –desde el domingo pasado por la tarde en que abrió el vestíbulo y pasillo central– para quienes depositaron flores en su memoria. Su muerte provocó un lamento unánime en el mundo de la ópera y especialmente en Cataluña, ya que Montsy era una de sus mejores embajadoras.

Éxito de Margarita Merlos

Durante dos días, la empresaria tanatóloga Margarita Merlos se anotó otro triunfo más en los seminarios que organiza relacionados al mundo de la Tanatología. Estuve presente en el auditorio de la parroquia de San Miguel Arcángel, donde personalidades internacionales/nacionales hablaron de todo lo que gira alrededor del duelo o la pérdida de un ser humano. Muy interesante estuvieron las disertaciones relacionadas con la psicoterapia, conceptos y manejo clínico. Los expositores: Marco Antonio Campos (Chile), Solisbeth Meléndez (Venezuela), Maharsi Dasa Adhikán, José López Soto, Sergio García y Alejandro Zamorano. Todo estuvo dirigido a expositores de México como médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, ministros religiosos, etcétera.

Lo amargo para Ana Obregón

Ella empezó hacer ruido en la prensa rosa muy jovencita como novia de Miguel Bosé. Pero su gran secreto no es su edad. Muchos se preguntan cuántas poses ha hecho en su marcado bikini que ha aparecido desde entonces. Tampoco interesan cuántas han sido sus conquistas amorosas, ni su dinero, ni sus éxitos ni sus fracasos. Para Ana tener 66 o 63 o los que sean, no importa. Lo que si la ha hecho sufrir es la enfermedad de su hijo Álex (que se atiende en Estados Unidos para tratar el raro tipo de cáncer que padece). Lo mejor, desde México, para todos mis amigos españoles. Y hasta el próximo jueves próximo, ¡abur!