Pongamos, por ejemplo, que las ligas de Suiza y Austria, o las de Ecuador y Colombia, o las de Sudáfrica y Mozambique, o las de Japón y Corea del Sur, pactan que sus respectivos campeones se enfrenten a cada año.

Ya pueden poner a ese partido o trofeo el nombre que quieran, quien logre la victoria no tendrá argumentos para clamar que ha conquistado un título internacional. Eso sólo sucederá cuando el certamen esté avalado por la pertinente confederación continental.

O, por irnos a la historia, antes de existir la Copa de Clubes Campeones de Europa (la actual Champions League), se enfrentaban por la Copa Latina los respectivos campeones de Portugal, España, Francia e Italia. Barcelona, Milán y Real Madrid fueron sus máximos ganadores, aunque eso sirve más como decoración adicional en sus salas de trofeos, que como palmarés: cuentan sus Champions, sus Recopas, si las hubiera sus Europa League o cualquier otro galardón bajo sello de la UEFA.

Dicho eso cuando muchos afirman que Tigres ha cosechado su primer cetro internacional: internacional, sí, porque fue ante un cuadro extranjero, aunque con un carácter tan poco oficial como cuando se impuso en la efímera Súper Liga Norteamericana de 2009 al Chicago Fire.

El gran proyecto de Tigres, multi laureado a escala nacional, sigue echando en falta esa corona que trascienda nuestras fronteras. Se metió a una final de Libertadores, ha arañado dos veces la Conca-Champions, mas lo mantiene como asignatura tan pendiente como necesaria: finalmente se trata del acaso mejor plantel y dispone del mayor presupuesto del continente.

Eso no modifica los debates, sobre todo promovidos desde una capital recelosa ante la hegemonía felina (hegemonía, sí, eso señalan cuatro ligas en siete años), sobre la grandeza de Tigres: una grandeza, a mi entender, en sólido proceso de construcción. Si el cuadro que representa a la UANL perpetúa ese paso un poco más (digamos, otros tres títulos ligueros en cinco años), no habrá forma de negar su pertenencia a la aristocracia del futbol mexicano.

No servirá entonces como argumento que su poder de convocatoria es de carácter local, ni si ha levantado cetros fuera de México. Entre los grandes de Sudamérica y Europa hay cuadros que lo mismo reúnen la mayor parte de sus apoyos en su ciudad sede, como que no han sido campeones en el exterior.

Tigres no ganó un título internacional esta semana. Al caso, tampoco haría diferencia para admitir, sin dudar, que nadie hoy hace más que ellos para elevarse al Olimpo del futbol mexicano.

Twitter/albertolati

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