¿Qué vamos a hacer con Donaldo? En poco tiempo llegará al ecuador de su mandato. El balance no puede ser más nefasto.

Probablemente sea el peor presidente de todos los que ha habido en la historia de Estados Unidos. Intento buscar aspectos positivos de su administración, pero es prácticamente imposible.

Es muy difícil estar enfadado con medio mundo en tan poco tiempo. Pero es así. Con México las relaciones siguen siendo de amor odio. Habrá que ver cómo serán con el nuevo presidente López Obrador. Podrían mejorar en función de los pequeños detalles que hemos visto. Por ejemplo, cuando el Presidente electo venció, fue Donaldo Trump el primero en felicitarle.

Europa no le quiere. Son pocos los mandatarios como Emmanuel Macron en Francia, los que ven en él una alianza estratégica. Lo mismo le ocurre a Teresa May, la Primera Ministra Británica, sobre todo cuando está a punto de salir Gran Bretaña de la Unión Europea. La Primera Ministra Británica sabe que su aliado natural es Estados Unidos. Lo que no le gusta a la Premier Británica es el interlocutor. Ve en Donaldo Trump a una persona que va por libre pero entiende que no tiene más remedio que lidiar con él si es que Gran Bretaña quiere salir de la Unión Europea.

Los países europeos guardan silencio, están sigilosos ante los embistes de Trump. Sólo los más radicales como Hungría, Italia o Polonia se le acercan porque ven una posibilidad de esa alianza entre la Europa “populista” y Trump.

El Sudeste Asiático vive con resquemor la política del Presidente Trump. China es la única nación que le mira de tú a tú especialmente por la deuda contraída por parte de Estados Unidos con el gigante asiático. Además un país con una cantidad desconocida de armamento nuclear, al menos impone respeto. Eso es lo que siempre hizo China, imponer respeto a base de la fuerza.

Corea del Sur y Japón son dos aliados “naturales”. Sin embargo una desestabilización en la Península Coreana, con un norte siendo atacado por sus vecinos, podría dar al traste con las alianzas.

Siria, la pobre Siria continúa siendo el caballo de batalla, tanto para Trump como para Rusia. Las amenazas de Estados Unidos se han llevado a la práctica pero de manera muy parcial. El sabueso enseña los dientes. Gruñe pero no llega a morder. En Siria el presidente estadounidense tiene una batalla perdida. La guerra seguirá independientemente de los berrinches de Trump.

La salida al Mar Mediterráneo representa para Rusia su salida a ese estratégico mar. Y eso no lo va a perder. Además de Rusia también está el régimen de los ayatolas en Irán que apoyan de manera decidida al gobierno de Bashar al-Ásad. Eso Trump lo sabe. Por eso Estados Unidos tiene mucho que decir pero de una manera acotada en el juego de guerra de Oriente Medio de una manera global y de Siria en particular.

Así llegamos al ecuador de una administración que tiene al país con el Jesús en la boca y al resto del planeta esperando siempre cuál será la próxima pata de banco del Presidente Donaldo Trump.

Noviembre será decisivo para medir el agua a los camotes. En las elecciones legislativas veremos si ha calado el mensaje del Presidente Donaldo Trump