Varios miembros del gabinete se han sorprendido.
Por instrucción de su jefe Enrique Peña Nieto, deben ser corteses con los elegidos por Andrés Manuel López Obrador para relevarlos el 1 de diciembre próximo.
Todos acatan la orden.
Reciben al futuro titular, le dan informes generales sobre los programas a su cargo y de manera sencilla definen cómo hacer la transmisión ordenada.
Pero con el avance de las pláticas se dan cuenta de un fenómeno:
Los nominados llegan con mayores datos de los creíbles, estadísticas propias de uso interno, detalles supuestamente bajo resguardo y hasta juicios adelantados de algunas acciones.
Es decir, no es aislada la crítica a Progresa del futuro subsecretario de Gobernación, Zoé Robledo, lo cual tiene sorprendido al primer círculo de Peña Nieto.

Temor de quedarse sin empleo

Pero las sospechas llevan a otra parte.
Cierto: Andrés Manuel López Obrador presume una red de informantes de la sociedad civil y, gracias a ella, de conocer errores o ineficiencias en distintas áreas.
Pero no es normal el conocimiento de tanto pormenor.
A partir de esta reflexión se preguntan quiénes son los responsables de la prolijidad.
La respuesta elemental sería:
-El mensajero está dentro.
¿Por qué aportarían tanta información?
Quizá el interés fundamental sea ofrecer favores a los futuros funcionarios para conservar el empleo al cambio de régimen, sin importar la reducción salarial al 50%.
O quizá lo ofrezcan por dinero, como sucedió cuando Vicente Fox desmontó el Centro de Información y Seguridad Nacional (Cisen) y surgió el mercado negro.
En 2001 era posible obtener las fichas y los reportes propios, de uno mismo, a cambio de dinero a unos cuantos infelices mandados a la calle por no ser panistas.
Hoy los altos mandos de la burocracia están seguros de su desempleo y la inmensa mayoría de los medios corre el mismo riesgo y tal vez busquen protegerse.
Pero esas filtraciones son buen tema precisamente para este día, cuando se reunirán los dos gabinetes para dar cauce institucional a la transmisión de poderes.

Regresa el Congreso

1. Quien se remonte a las épocas de Luis Echeverría y José López Portillo se encontrará con un Congreso errante.
La lista enorme de invitados hacían imposible el viejo edificio de Donceles y Allende y todavía no existía el Palacio Legislativo de San Lázaro.
El Auditorio Nacional para las tomas de posesión y el Palacio de Bellas Artes para el informe eran alternativa.
Distinto a Carlos Salinas, quien cambió la Cámara de Diputados al Centro Médico debido a un incendio por el incendio.
Por lo previsto, veremos de nuevo al Congreso y la enorme lista de invitados en el Auditorio Nacional.

2. “No se hagan bolas”, dijo una vez el clásico.
Y ahora su sobrina Claudia Ruiz Massieu va por lo anunciado aquí: a consagrar su presidencia al frente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta agosto de 2019.
Después se verá si los priistas son capaces de quitarse la tutela y abrirse por fin a la democracia para hacer una organización de militantes dignos.

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