Hace 82 años comenzaba una guerra civil que abrió heridas tan profundas que al cabo de casi un centenario, todavía continúan sangrando.
El casi millón de muertos que dejó la guerra entre hermanos contribuyó a que las dos Españas que escribió Machado o pintó Goya quedaran aún más patentes. Fue el culmen del cainismo.

Ha pasado mucho tiempo. Llevamos ya tres generaciones que olvidan o intentan olvidar. Sin embargo, en el ADN de los españoles aún perduran aquellos tres años que machacaron a España y la redujeron a cenizas.
Las nuevas generaciones ya no quieren saber nada de la guerra ni de lo que pasó. Lo ven como algo antiguo, lejano, vetusto; como la pesadilla que vivieron sus bisabuelos. Pero las generaciones mayores sí recuerdan lo que les contaron sus abuelos o sus padres. Por eso hay que cerrar de una vez todas esas heridas.

Y cuando todo esto ocurre, el nuevo Gobierno español de Pedro Sánchez quiere desenterrar a los muertos; pretende remover a los fantasmas de la Guerra Civil. Para eso, su idea principal –no sé si obedece más a una operación de marketing para obtener votos– es la de exhumar los restos del dictador Francisco Franco, los cuales están enterrados en la cripta del Valle de los Caídos, uno de los símbolos franquistas más conocidos. Este grandilocuente mausoleo se construyó en la postguerra española por republicanos a los que se les trató como esclavos. También en el Valle de los Caídos hay más de 20 mil muertos de la postguerra en fosas comunes, donde nadie sabe quiénes son ni a qué familia pertenecen.

Una parte de los españoles quiere que se dignifique a aquellos muertos, y para ello pretenden exhumar los restos de Franco, para que no esté enterrado con todos aquellos inocentes o a los que mandó matar.

Franco forma parte de la historia negra de España. Representó una de las etapas más oscuras de la reciente historia de nuestro país. Sin embargo, y a estas alturas del partido, cuando han pasado más de 80 años de la guerra, considero que es innecesario exhumar los restos. Ahora que las heridas comenzaban a cicatrizar, lo único que puede conseguir este Gobierno es enfrentar de nuevo a los españoles. Y eso sería un error. Bastante enfrentamiento tenemos ya con el problema catalán y su posible independencia, como para que a estas alturas tengan que remover a los muertos.

Ahora bien, con la exhumación de los restos de Franco tal vez se trate de una excusa para que el gobierno de Sánchez pueda mantenerse en el poder e intente dinamitar el sistema, que es lo que parece que quiere hacer Pedro Sánchez.
Deberíamos preocuparnos más por conocer las políticas del futuro y qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos; ése debería ser el principal problema y no la exhumación de los restos del tirano que murió hace 40 años. Lo que deberíamos hacer es olvidarnos de él para que España encuentre, de una vez por todas, el sendero de la concordia.