“Cuna de grillos” es un sitio web popular entre los que trabajamos en la política. Suele ofertar a sus lectores “chismes” de éste tipo de farándula. Notas frívolas como “Los brazaletes de Paulina Romero, hija de Carlos Romero Deschamps”, artículos triviales del grado de ”Los hijos guapos de políticos guapos”, y secciones tales como “Los Pinos Teens” –apartado que se dedica a informar sobre la vida y diversiones de los hijos del presidente y sus allegados–, definen el estilo periodístico con el que Alberto Tavira, su editor en jefe, “glamoriza” una de las mayores grietas entre el México real y sus actores políticos: los estilos de vida diametralmente distintos.

 

No me malinterpreten: Tavira y “Cuna de grillos” tienen todo el derecho a publicar lo que deseen –eso simplemente no se toca–. Pero ello no quiere decir que no se pueda emitir un juicio de valor sobre sus contenidos. Reconocer y en cierto grado admirar manifestaciones tácitas de cleptocracia –nota sobre la boda de Romero–, o enlistar a las “esposas de los secretarios de Estado más influyentes”, restan a la hora de asumir la existencia de la grieta y al querer contribuir para cerrarla.

 

No tengo el gusto de conocer a Tavira pero lo sigo en Twitter desde hace un par de años; de ahí me enteré de la existencia de la cuna. Algunos amigos leen su página, y en más de una ocasión he dado click a los enlaces de sus tweets. Es claro que si “Cuna de grillos” ha crecido es porque hay un mercado para sus publicaciones. Desde el compás de los negocios, imagino que al ser un sitio único en su nicho, goza de buena credibilidad. Y en este sentido, se debe reconocer que Tavira y su gente desarrollaron un subgrupo del periodismo del corazón, cosa nada fácil gracias a la múltiple oferta informativa.

 

Pero basta leer “Cuna de grillos” para darse cuenta que distorsiona lo que el servicio público y la política deben ser en México: nada más allá de las limitaciones legales de sus funciones. No hablo de esa visión utópica y simplona de que los políticos no deben tener vida fuera de sus cargos. Para nada. Me refiero a lo que resalta este sitio: aquí no se celebra la austeridad republicana sino la ostentación imperial, el escándalo personal de los políticos, y actitudes claramente ofensivas en un país tan desigual como el nuestro.

 

Por otro lado, uno podría argumentar que “Cuna de grillos” muestra una cara más humana de los políticos mexicanos, y que ello ayuda, de cierta manera, a cerrar la grieta. Pero el tono de sus notas no tiene un trasfondo de sentido humano sino justamente lo contrario: pone a la mal llamada “clase política” en un pedestal de mármol. Un olor británico –por su monarquía y su periodismo sensacionalista– emana de este sitio cuya moraleja pareciera ser: “no somos iguales; ni ante la ley ni ante la vida”.

 

Según el dicho de publicista sesentero “no hay algo como la mala publicidad”, la dinámica de comunicación hará que, de una manera u otra y en algún pequeño grado, este artículo promueva el sitio en sí. Pero eso no es lo importante. Cuando hablamos de aspectos que involucran a la política –que nos involucra a todos– mal hacemos en no emitir posicionamientos, positivos o negativos, al respecto. No hay temas intocables cuando de la esfera pública se trata.
El sitio reconoce su vocación de morbo porque, como mecanismo de defensa, publica en su sitio una frase al parecer anónima: “En lo más profundo de la superficialidad habita lo más revelador de la profundidad”. Tal vez quisieron darle una dimensión heroica o filosófica a su trabajo, no lo sé. Pero no logro comprarselas. Es como si un paparazzi justificara su trabajo diciendo que las celebridades, en el fondo, saben algo que nosotros no, o alguna ridiculez así.

 

Un político debe ser juzgado principalmente por su trabajo y resultados. Mientras su vida personal y actividades privadas no caigan en la ilegalidad o en la franca depravación, ésta debe quedarse precisamente en lo privado. Yo no quiero un México que se fije más en los eventos sociales de sus políticos que en su eficacia o sus acusaciones de corrupción. En este sentido, “Cuna de grillos” vende una visión colonial que, tristemente, se ajusta muy bien a la frialdad mostrada por varios políticos y funcionarios; en otras palabras, el México de castas ya tiene dónde informarse. Por lo pronto, lo único que puedo hacer yo es dejar de seguir a Tavira y a “Cuna de grillos” en Twitter.

 

@AlonsoTamez