Después de unas largas e intensas vacaciones me doy cuenta de lo fácil y necesario que es desconectarse de las actividades rutinarias del día a día, sobre todo cuando te pierdes en una variedad de cosas que disfrutas mucho, como puede ser viajar, leer, descansar sin tener mucho en mente para hacer, disfrutar del ocio visitando museos, reconectando con amistades o familiares a los que por las muchas actividades de la vida misma no hemos podido ver ni convivir desde ese espacio que nos hace sentir contentos, más plenos, disfrutando de la vida, compartiendo nuestro tiempo y energía con los otros, o tal vez desde un espacio de soledad, que también es positivo y en ocasiones necesario para la auto reflexión y la reconexión personal.
 
Cuando son éstas las condiciones en las que tenemos la suerte de pasar nuestras vacaciones se hace más difícil regresar, aterrizar en la realidad y retomar nuestras actividades rutinarias; sin embargo, aunque cueste trabajo o no queramos, la vida misma nos empuja a retomar la rutina, ya que tenemos que satisfacer nuestras necesidades y generar recursos para nuestra vida y la de nuestra familia. Ese retorno al trabajo (cualquiera que éste sea, hogar, oficina, etcétera) puede ser suave o no. Sin embargo, el regreso  del descanso nos impulsa a sentirnos mejor y de esta forma podemos enfocarnos más y mejor en lo que deseamos hacer y ser más productivos en nuestras labores de todos los días. De ahí la necesidad del tiempo de ocio, de descanso para el cuerpo y para la mente.
 
Siempre es una fortuna poder tener el tiempo y los recursos para tomar vacaciones, aunque es cierto, no todas las personas pueden hacerlo y es por ello que creo que es importante agradecer. Aquellos que tenemos la suerte y posibilidad de distraernos y recargar baterías para hacer lo que nos toca de mejor manera, o incluso permitirnos hacer los cambios necesarios para sentirnos mejor y más plenos.
 
Algunas veces la vacación nos deja agotados físicamente, de tanta actividad programada y realizada. Sin embargo gracias a esto nuestra mente descansa y se desconecta de la tensión de vivir la rutina diaria. Es por ello que es importante darnos esos espacios de rélax, aunque el regreso a la vida real sea un poco lento. Sólo hay que respirar, enfocarnos y ser pacientes ya que en cuanto estemos listos regresaremos con más fuerza, intensidad a nuestras labores diarias para hacerlas con más eficiencia, y empuje. ¡Buen regreso a todos!