“¡No me quiero morir!” Ese fue el último aliento de Carlos Emiliano, un niño recientemente asesinado. Pero no sólo se trata de la voz de este pequeño, es el grito generalizado de millones de mexicanos que vivimos en un total estado de indefensión.

De acuerdo al mastodóntico ego del presidente López Obrador, la principal víctima de la crisis de inseguridad y violencia que tiene teñido de rojo sangre a nuestro país es él. Todo mundo lo ataca, todo mundo lo ofende, todo mundo lo calumnia, todo mundo lo desprestigia (ya ven que hasta considera que ha sufrido violencia política en cuestión de género). Y eso es culpa de los malditos golpistas que lo quieren ver fracasar en su intento por convertirse en la versión moderna de Benito Juárez y Francisco I. Madero: Sus adversarios políticos, la mafia del periodismo, las (verdaderas) feministas, las madres buscadoras, los niños con cáncer… todos se han mutado en uno sólo para perversamente confabularse para estropear su acceso al salón de la fama de la historia política mexicana.

El más reciente de estos malignos personajes es precisamente un paisano suyo: un niño de 12 años de nombre Dante Emiliano, oriundo de Paraíso, Tabasco, quien cursaba la secundaria y falleció afuera de la casa de su abuela (a la que se dirigió tras haber salido de la escuela para esperar ahí a su mamá, Claudia Nelly Hernández (quien trabaja en Petróleos Mexicanos), tras recibir tres disparos de bala después de que contestó una llamada telefónica y él salió del domicilio. Ahí, un sujeto aún no identificado intentó subirlo a la fuerza a un automóvil para levantarlo y secuestrarlo. El niño forcejeó y pataleó para impedir que se lo llevaran, pero como “premio” por resistirse le propinaron tres balazos que acabaron por arrancarle la vida.

Los últimos momentos de vida de Dante Emiliano quedaron plasmados en un video que rápidamente se hizo viral en las redes sociales. Las imágenes son dramáticas, espantosas, traumatizantes.

Tirado en la banqueta frente a la casa de su abuela, mientras una persona le aprieta enérgicamente el estómago para intentar contener la hemorragia producida por el disparo del arma de fuego, mientras llegaba la ambulancia que lo trasladaría al hospital regional de Pemex, donde finalmente falleció, el niño suplica con tono agonizante “¡No me quiero morir!”.

Una verdadera tragedia a la que el Presidente reaccionó con desdén e indiferencia. Lamentó los hechos para enseguida argumentar que en este país sus enemigos magnifican todo lo negativo para perjudicarlo y desprestigiarlo y sí… seguramente en los próximos días el parte oficial dará a conocer que Dante Emiliano se puso de acuerdo con el individuo que lo asesinó como parte de un maléfico plan para descarrilar la gran gestión de López Obrador.

De entrada, como aperitivo, el gobernador tabasqueño, Carlos Merino Campos, declaró que hay muchas calumnias con respecto a este homicidio y gente sin escrúpulos ya empezó a politizar el caso.

Y a esto habrá que agregar los heroicos esfuerzos del encargado de la comunicación social del Gobierno de Tabasco, Juan Carlos Castillejos, quien ya salió a amenazar con corregir a los medios de comunicación: “No era un niño, era un adolescente. Wikipedia y la Unesco me respaldan”. ¡Vaya imbécil!

 

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