Los equipos de rescate intentaban llegar ayer a los pueblos del noreste de Afganistán, azotados por unas inundaciones repentinas que mataron a más de 300 personas en un solo día, mientras 34 personas murieron y 16 estaban desaparecidas en la isla de Sumatra, en el oeste de Indonesia, según las autoridades.
El gobierno talibán afirmó que dos docenas de vuelos permitieron evacuar a cientos de heridos, enviar a médicos y más de 7 mil kilos de ayuda a la provincia de Baghlan, la más afectada.
Pero pese a la movilización general y al estado de emergencia declarado en todo el noreste del país, las inundaciones y la geografía accidentada complican las labores.
Vehículos militares y excavadoras intentan despejar las gruesas capas de barro de la zona donde, según la ONG Save the Children, viven unas 600 mol personas, la mitad de ellas niños.
El agua sumergió repentinamente casas y tierras de cultivo el viernes, matando al menos a 315 personas y dejando mil 600 heridos, según el Ministerio para los Refugiados.
Más de 2 mil 600 casas resultaron afectadas o destruidas y mil cabezas de ganado fueron arrastradas por el agua en uno de los países más pobres del mundo, donde el 80% de los más de 40 millones de habitantes vive de la agricultura.
En Indonesia, las lluvias torrenciales provocaron inundaciones súbitas y corrientes de lava fría procedentes del monte Marapi.
La lava fría es un magma formado por las diversas materias que componen las paredes de un volcán: cenizas, arena y rocas. Bajo los efectos de la lluvia, estas pueden mezclarse y fluir a lo largo del cráter.
Rescatistas locales, policías, militares y voluntarios participan en las labores de búsqueda. El gobierno local abrió centros de evacuación y puestos de atención de emergencia en varias zonas.