Entramos ya al tercer tercio de la campaña presidencial, con un país profundamente dividido, pero en el que también se encuentra un porcentaje importante de ciudadanos indecisos por quién votar.

 

Quienes ya decidieron su voto por alguna de las candidatas, Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, no modificarán su postura, haya pasado lo que haya pasado ayer por la noche o por lo que pase en el tercer debate.

 

La cercanía de la elección acrecentó la polarización de la sociedad mexicana, cuya mayoría no ha reparado en el estado en el que quedarán las instituciones del país porque han preferido discutir sobre pesos y centavos en lugar de derechos y obligaciones.

 

Quien gane la presidencia heredará un sistema educativo en decadencia, que ha decidido esconder la cabeza para no ser evaluado porque sin duda no pasaría ninguna prueba, menos la PISA.

 

En este sexenio, una generación saldrá de las aulas sin los conocimientos requeridos para enfrentar el cambiante y demandante mundo laboral.

 

Producto de la pandemia, no hubo clases con presencia física todo un ciclo escolar, a pesar del enorme esfuerzo que se hizo entonces desde la SEP, encabezada por Esteban Moctezuma Barragán, de construir un sistema de educación a distancia.

 

Después de la pandemia, nadie se preocupó por reponer el tiempo ni los conocimientos no impartidos; se dio vuelta a la hoja para caer en manos de funcionarios que privilegiaron la promoción de su ideología por sobre la actualización académica.

 

El sector salud es quizá el más golpeado, no solo por la pandemia sino por cómo se manejó a nivel federal.

 

El desastre no fue el Covid, sino los costosísimos experimentos que hizo el gobierno para reventar la cadena de suministros sin tener una alternativa con qué sustituirla.

 

Un desastre que seguiremos pagando los mexicanos por varios años más pues, a pesar de la construcción de la “farmaciotota’’, la escasez de insumos para la salud, desde medicamentos básicos, especializados hasta materiales y equipo para las cirugías, ocurre en todos los hospitales públicos, todos los días.

 

Fracasó el esquema de compra y ni que decir el de distribución; fracasó también el Insabi, ese monstruo creado para sustituir al Seguro Popular, lo que dejó sin acceso al servicio médico a 30 millones de mexicanos sin seguridad social.

 

Y de las obras insignias de este gobierno poco bueno se puede decir; ya Aeroméxico anunció que cancelará sus operaciones desde el AIFA por incosteable.

 

Dos Bocas no refina ni un litro y el Tren Maya es más conocido por sus fallas que por sus aportaciones a las comunidades por donde transita.

 

México no requiere de una reconciliación, esto es sumamente complicado cuando desde Palacio Nacional, diariamente se alienta la división entre mexicanos.

 

El país requiere una reconstrucción de sus instituciones para, sin la cual es imposible aspirar a la reparación del tejido social.

 

Sin propuestas para reconstruir el país, todo es demagogia.

 

Todo.

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Como fieles soldados de la 4T, los senadores de Morena, el PT y el Verde, se reunirán mañana martes con el presidente López Obrador, en Palacio Nacional.

 

Irán, por supuesto, para que les sea colocada su estrellita en la frente pues, a pesar de que no pudieron sacar adelante las 20 iniciativas constitucionales que propuso el Ejecutivo, por lo menos le rescataron las dos últimas con las que podrá disponer de 40,000 millones de pesos y poder para indultar a quién quiera.

 

No se sabe si hará lo mismo con los diputados, con los que parece no estar muy contento.

 

     @adriantrejo