Con la sala 12 y la Galería Principal del Museo del Prado como escenarios, Residente rinde un sentido homenaje a Valentina Gasparini.
Foto: Museo del Prado. Con la sala 12 y la Galería Principal del Museo del Prado como escenarios, Residente rinde un sentido homenaje a Valentina Gasparini.  

La historia no podría contarse sin detenerse en Valentina Gasparini, la violinista de origen italomexicano que residía en Francia que perdió la vida. Punto innegable de inflexión que cristalizó, por la eternidad del tiempo, su amistad con René Pérez Joglar, mejor conocido como Residente, quien le dedicó 313, track incluido en Las letras ya no importan, su más reciente álbum.

Rene confesó que, tras el inesperado fallecimiento de la joven violinista, el número 313 comenzó a salir en todos lados, caso una señal divina, mensaje profundo. “Me empezó a salir (el número 313) por todos lados: en las habitaciones del hotel, en el teléfono, en los relojes, en el microondas, en las direcciones, en todos lados. No sabía que el número 313 estaba conectado contigo”, declaró cuando se publicó su LP.

Entonces, continúa, “la canción nació de manera inexplicable, sobrenatural y mágica, inspirada en mi amiga Valentina, una joven talentosa que, aunque ya no está físicamente aquí, sigue estando. Es un homenaje al tiempo y a las cosas que no queremos que se acaben”.

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Fue el 15 de marzo que el cantautor puertorriqueño eligió el Museo del Prado, ubicado en Madrid, como escenario para inmortalizar, en cierto modo, su propio duelo. Ahí se gestó “una versión muy personal e íntima” de 313, interpretada en compañía de la cantante Silvia Pérez Cruz y Noemí Gasparini, violinista y hermana de la musa de esta pista de René

Es en la Sala 12 del recinto madrileño que la voz de Residente, rodeado de cuatro mujeres con los ojos vendados, espeta los primeros versos: Quiero que tu pecho sea mi cama / Tus brazos y tus piernas sean mis ramas. Entonces rompe de lleno la cuarta pared mirando sin parpadear. Ya no hay vuelta atrás.

Como homenaje a lo efímero, además de a la acaecida violinista, esta canción, sobre todo con la delicadeza del video, logra condensar un sentimiento profundo que vino como consecuencia de la muerte, la inesperada muerte de Valentina. René escribió para paliar el dolor, honrando, con el título de la canción, a la hora que recuerda al último contacto directo que tuvo con ella, a las 3:13, hora en que se apunta recibió lo que ahora es el mensaje final.

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Entre Las Meninas, de Diego Velázquez y La Adoración de los Magos, de Pedro Pablo Rubens, las voces estridentemente melancólicas de las coristas, la voz desequilibrante de Silvia Pérez y el nostálgico y evocador sonido del violín de Noemí Gasparini que se congrega la completa construcción de un sentimiento sin final, que sin embargo deja de existir. 

Un fragmento de letra de la canción se reproduce íntegra a continuación: 

Y fui lo que seré y lo que soy

Aunque no quiera los ayeres son de hoy

Fui lo que me faltó decir

Soy de los lugares

Que todavía quiero ir

Porque cada segundo es profeta

De lo que el horizonte prometa

Mejor que el tiempo nos persiga

Contigo hago lo que el momento diga

Y no quiero que se acabe

Eres tanto que no cabes