El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado a Suiza por su falta de acción en el ámbito climático, marcando un punto de inflexión en la responsabilidad de los Estados frente al calentamiento global. Este fallo, derivado de una demanda de la asociación suiza Klimaseniorinnen, destaca las consecuencias concretas que tiene la inacción climática en la vida de los ciudadanos.

La asociación, compuesta mayormente por mujeres mayores de 70 años, argumentó que las olas de calor cada vez más frecuentes ponen en peligro su salud y calidad de vida, vulnerando sus derechos humanos fundamentales. El Tribunal respaldó esta postura al señalar que Suiza no había cumplido con sus obligaciones de reducir las emisiones de efecto invernadero, incumpliendo así su deber de proteger a sus ciudadanos de los efectos adversos del cambio climático.

En ese sentido, es crucial contextualizar la posición de Suiza en el panorama europeo en términos de emisiones y huella medioambiental. Según estudios recientes, Suiza se encuentra entre los países con una huella medioambiental per cápita desproporcionadamente alta, principalmente debido a su nivel de consumo y las emisiones asociadas a las importaciones. Cada habitante suizo es responsable de emitir unas 14 toneladas de CO2 al año, más del doble del promedio mundial.

Además, se estima que Suiza contribuye entre el 2% y el 3% de las emisiones globales de carbono, equiparándose a naciones como Indonesia, Japón y Brasil. Estos datos subrayan la importancia de que Suiza y otros países intensifiquen sus esfuerzos para reducir su impacto ambiental y cumplir con los objetivos climáticos internacionales.

En ese marco, la decisión del Tribunal no sólo afecta a Suiza, sino que establece un precedente para todos los países europeos, instándolos a revisar y fortalecer sus compromisos climáticos en línea con los objetivos del Acuerdo de París. Por lo que esta sentencia también podría abrir la puerta a una ola de demandas similares en todo el continente, evidenciando la creciente importancia de la justicia climática como herramienta para impulsar la acción ambiental.

Sin embargo, aunque resulta alentador que un Tribunal internacional reconozca la relación entre la inacción climática y la violación de los derechos humanos, plantea interrogantes sobre la efectividad y aplicabilidad práctica de la sentencia, pues. ¿Realmente podrá la condena a Suiza, aunque simbólica, generar cambios significativos en las políticas climáticas de los Estados miembros?

Más allá de la respuesta, no cabe duda que este esfuerzo por salvaguardar el bienestar de las generaciones futuras es admirable y necesario. Aunque es importante destacar que, a pesar de ser un país considerablemente contaminante, Suiza ha sobresalido en términos de sus metas y compromisos en comparación con otras naciones. No obstante, es poco probable que se pueda emprender un procedimiento para judicializar su ejecución y, más aún, que se comprenda de la misma manera desde nuestra latitud.

 

Consultor y profesor universitario

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