Cuando en Estados Unidos se gestaba la crisis subprime, algunos se dieron cuenta de lo que sucedía y sacaron provecho de ello, pero la gran mayoría de los participantes del mercado y de los analistas no dimensionaron lo que estaba a punto de suceder.

El emblema de esa gran crisis que arrastró al mundo entero fue la quiebra de Lehman Brothers en septiembre del 2008, el resto es historia.

Se supone que tras ese episodio no tan lejano se afinaron los mecanismos de detección de las burbujas peligrosas en los mercados. Hasta ahora, esos radares de Wall Street no marcan la formación de una tormenta de esas dimensiones, pero hay algunas señales de nerviosismo.

El epicentro de lo que ahora vemos con algunos precios en los mercados financieros, como los máximos históricos en el precio del oro o la inusual apreciación del peso frente al dólar, de la mano de otras monedas emergentes, tiene que ver con las expectativas respecto al futuro de la política monetaria de los Estados Unidos.

Cuando la Reserva Federal (Fed) inicie con un proceso de baja en su tasa de referencia en un camino hacia la neutralidad, necesariamente habrá ajustes en los mercados financieros.

Lo podemos pensar en estos términos, cuando un comercio abre sus puertas en temporada regular, a una hora determinada, los clientes entran y salen con tranquilidad, no hay expectativas de ofertas extraordinarias y saben los horarios de apertura y cierre.

Pero cuando llega la fecha de las ofertas, en las que solo unos cuantos podrán conseguir lo que quieren y, además, hay un retraso en la apertura de la puerta principal, lo que sucede es que los clientes se agolpan en la entrada y se dan escenas de pánico, empujones y pisotones como las de muchos Black Fridays en Estados Unidos.

Los inversionistas empiezan a tomar posiciones más especulativas y cada vez más riesgosas antes de que la Fed abra la puerta de la baja en las tasas de interés, no estamos lejos de un portazo un poco descontrolado ante cualquier señal imprevista o errónea.

No es realmente responsabilidad del banco central de los Estados Unidos, porque su trabajo es evitar que una decisión apresurada de baja en las tasas eche a perder el trabajo de contención inflacionaria ganado hasta ahora.

Pero las señales empiezan a apuntar que cuando se dé un guiño o de plano una baja en la tasa de referencia interbancaria, actualmente en 5.50%, habrá turbulencias en los mercados.

Y, sí, donde se ve que la parvada puede ser más numerosa es en el mercado de divisas. Hay muchas posiciones especulativas en torno al peso mexicano, además de otras monedas, que están aprovechando las ganancias que dejan esas monedas en sus propios mercados, pero es un hecho que ante un cambio de señales podrían provocar movimientos especulativos.

Hoy la paridad del peso frente al dólar no responde a la realidad comparativa de las economías de México y Estados Unidos y un movimiento brusco de salida hará que los niveles que pueda alcanzar la paridad ante tal especulación tampoco tengan nada que ver con los fundamentales económicos.

 

     @campossuarez