Estamos ya  metidos de lleno en este 2024. El siglo XXI discurre como un pez; se nos va de las manos. El tiempo es el que manda y ahora manda que vivamos en comunidad.

La política de bloques es la que está imperando y la que genera mayores réditos. Por eso todos tendemos a unirnos. La creación de la Comunidad Económica Europa, que dio lugar a la Unión Europea, es uno de los hechos más relevantes del Viejo Continente. Lo mismo ocurre con el tratado comercial entre México con Estados Unidos y Canadá. El Pacto  Andino guarda muchas concomitancias y el ASEAN, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, también busca la unión entre los países de esa parte del planeta para hacer frente a los grandes como Rusia, Estados Unidos, La India o China, el gigante amarillo. 

Pero no todos piensan lo mismo. Hay mentes pequeñas –a veces demasiado– cuya capacidad por pensar en grande, se hace imposible. Y es ahí donde se ve la diferencia. Mientras la mayoría entiende que hoy tenemos que buscar la unión para tener una mayor fuerza, en España, el País Vasco y Cataluña siguen buscando la independencia. Más bien se trata de  grupúsculos de personas que hacen mucho ruido y que fuerzan al resto a buscar esa independencia. Lo único que consiguen es enredar y seguir enredando. Lo que pasa es que en ese enredo lo que han obtenido  es que en España haya cada vez una mayor polarización gracias al innombrable presidente Pedro Sánchez.

El personaje en cuestión continúa buscando los recovecos para quedarse en el poder cuatro años. Para eso ha sacado la ley controvertida que es la de la amnistía. Esta ley contempla que todos aquellos que forzaron la independencia ilegal y unilateral en Cataluña en 2017, salgan a la calle y se conviertan en intocables. Y todo ello empezando por el principal artífice de la separación de Cataluña. Se trata de un señor llamado Carles Puigdemont, que, como todos los cobardes, al ver que le podían apresar se marchó hace varios años a Bélgica. Y ¿por qué Bélgica? porque ahí era un ciudadano libre ya que no había el delito de sedición y de rebelión como lo plasma España. Por lo tanto, Puigdemont no podía ser apresado en Bélgica. Eso sí, si salía de allá se le podía detener. Por eso lleva siete años escondido en ese pequeño gran país de los Países Bajos. 

No estamos para juegos y menos ahora que vemos que la unión de los países del planeta Tierra es una realidad. Los nacionalismos trasnochados, disfrazados de supuestas independencias ya no sirven. De hecho, nunca sirvieron.

      @pelaez_alberto