En Nuevo Caracol todas las viviendas y los inmuebles como el mercado, la comisaría, la iglesia y las escuelas tienen impactos de bala
Foto: Quadratín Los habitantes de esta comunidad caminan entre restos de los explosivos a los que han estado expuestos desde mayo pasado.  

Los casi 200 habitantes que aún permanecen en la localidad Nuevo Caracol, municipio de Heliodoro Castillo, sierra de Guerrero, comparten algo en común: miedo, incertidumbre y casas dañadas a causa de los disparos y explosivos que desde mayo un grupo delictivo lanza a través de drones desde el cerro Los Amates.

El último ataque que esta población sufrió, y que dejó el saldo un joven muerto, fue el pasado sábado 26 de agosto y parte del domingo 27. En total, de acuerdo con los habitantes, en esos dos días les lanzaron 17 bombas caseras hechas a base de fierro, canicas, clavos y balines que explotan al caer sobre las viviendas.

En Nuevo Caracol todas las viviendas y los inmuebles como el mercado, la comisaría, la iglesia y las escuelas tienen impactos de bala o huecos por la caída de los explosivos.

Varias familias huyeron por la violencia y los habitantes que se quedaron mantienen cerrados los dos accesos al pueblo con piedras y tierra, como muro de contención para evitar el ingreso de los vehículos de los grupos delictivos.

Esta comunidad ubicada en los límites con el sur de Apaxtla de Castrejón, comunica directamente con Tlacotepec en la sierra, donde presuntamente el grupo delictivo La Familia Michoacana intenta tener el control e ingresar por esa vía para combatir a su grupo rival Los Tlacos.

VAN POR EL CONTROL

El comisario del Nuevo Caracol, Aurelio Catalán Alcocer, informó que la semana pasada la población tuvo un acercamiento con el director de Gobernación de Guerrero, Francisco Rodríguez Cisneros, quien le dijo que la Policía estatal y el Ejército entrarían si los habitantes liberan los accesos.

Subrayó que no se cederá el paso, porque los habitantes temen que antes de la llegada de los policías y militares ingresen los presuntos delincuentes o que haya personas infiltradas, como ocurrió en la región de la costa grande.

Entre Heliodoro Castillo y Apaxtla, no sólo ha sido atacada esta localidad, también las comunidades de Tetela del Río, Caxacua, Acatlán del Río y Nuevo Balsas, del municipio de Cocula.

En el pueblo de San Marcos, perteneciente a Apaxtla, hace dos semanas salieron las últimas familias que ahí vivían, porque fue secuestrado un joven de 17 años.

Los nombres de decenas de personas desaparecidas en Guerrero, fueron escritos en listones de colores por integrantes del colectivo Memoria Verdad y Justicia, en el marco de la conmemoración del Día Internacional del Detenido Desaparecido y el de las Víctimas de la Desaparición Forzada.

Frente al Muro de la Memoria, en el zócalo de Acapulco, y luego de que participaron en la marcha del Asta Bandera a la glorieta de La Diana Cazadora, la noche del miércoles, una decena de familias simbolizó la presencia de sus seres queridos, al colgar los listones con ayuda de sus hijos y nietos.

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Unos 30 nombres fueron escritos a puño y letra por sus familiares que les buscan y, junto a ellos, acotaron consignas que reclamaban al Gobierno detener las desapariciones, y a la sociedad que cesen la indiferencia, el odio por las movilizaciones y que dejen de criminalizarles.

“Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “hijo escucha, tu madre está en la lucha”, “fue el Estado”, “te seguiremos buscando, hasta encontrarte”, fueron algunas de las frases.

La actividad, explicaron algunas de las mujeres que participaron, es la insistencia por visibilizar el problema de desaparición que todos los días viven las familias en Acapulco, la violación de derechos humanos que las autoridades cometen ante ello y, el desdén de la sociedad.