Si la política no es la manera agregada de gestionar la incorporación de las necesidades cotidianas de la ciudadanía, sostengo, a estas alturas de la administración, puede parecerse a eso actualmente referido mediante el término “politiquería”.

Es el caso de las vulnerabilidades psicoemocionales. En tiempos de inicio de clases, de niñas, niños, adolescentes y por supuesto de sus madres y padres con ansiedad por todas las cosas de la casa y el trabajo, lo menos que puede pensarse es que es inútil la disputa sobre si los libros de texto de sus hijos, los que menos van a escuelas privadas, es un tema central de su vida como familia.

Apostar por el éxito del ciclo escolar 23-24 demanda procurar espacios adecuados de aprendizaje. Implica construir estrategias educativas comunes a pesar de las minoritarias y reaccionarias divergencias por los contenidos. Textos ignorados en las últimas dos décadas por quienes tienen a sus hijos en escuelas privadas, quizá el 14 por ciento de la población, son mayor síntoma de oposición política que un tema pedagógico.

La mayoría de las y los gobernadores respaldaron la entrega de 95.6 millones de libros de texto gratuitos, incluso el mandatario de Durango, el priista Esteban Villegas Villarreal. Muestra de voluntad mayoritaria aludida en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Desde la Ciudad de México, el jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama, enfatizó el derecho de niñas y niños a contar con textos gratuitos para su formación. “Son un factor de cohesión social, de cohesión cultural, de cohesión de identidad nacional”, mencionó.

En 1960, con argumentos conservadores, quienes se oponían al gobierno representativo de una de las últimas etapas del nacionalismo, tacharon de comunistas a autoridades, promotores y textos; en 1992 hubo reclamos ante la mención a la participación del Ejército en la matanza del 2 de octubre; en 2005 porque se dejaron fuera los acontecimientos de Tlatelolco, y cuatro años después, en León, quemaron libros de biología por su contenido de educación sexual.

Con esos libros de texto deberán atenderse problemas inerciales focalizados “fuera del texto” y dentro de la escuela. De acuerdo con una muestra de las atenciones del Consejo Ciudadano de la CDMX a más de 3 mil 600 estudiantes de todo el país, se identificaron a la ansiedad por rendimiento escolar y al bullying o ciberbullying como los principales problemas escolares.

Además, el porcentaje de quienes piden apoyo es mayor en las mujeres —74 por ciento— y en quienes están entre los 12 y 15 años, la edad coincidente con la secundaria.

Una comunidad con auténticos propósitos educativos, esperablemente enardecida debería salir en Monterrey a protestar contra el abuso y el acoso a niñas y niños, de clérigos, de docentes o de cualquier otro abusador.

La ansiedad escolar, la vulnerabilidad psicoemocional, ahora es atizada por la activa reacción ante los obstáculos al uso generalizado de una herramienta sustantiva del aprendizaje.

@guerrerochipres