La historia que cuentan los indicadores de la economía mexicana por supuesto que no tienen nada que ver con el relato de los otros datos que de vez en cuando lanza el Presidente.

En lo que tiene que ver con el consumo hay dos conteos que resultan muy interesantes porque hablarían de una misma actividad, pero desde dos perspectivas diferentes.

Primero, el indicador mensual sobre el consumo privado en el mercado interior (IMCPMI) que elabora el Inegi y que mide el comportamiento del gasto realizado por los hogares en bienes y servicios de consumo, tanto de origen nacional como importado.

Y de la mano, el Indicador de Confianza de Consumidor, que elaboran de forma conjunta el Inegi y el Banco de México y que a través de encuestas mide el sentimiento de los ciudadanos que participan en los mercados al menudeo de bienes y servicios.

Resulta que a lo largo de este sexenio se han dado comportamientos no siempre coincidentes entre lo que sienten los consumidores y lo que efectivamente ejercen como gasto de consumo.

Primero, y como antecedente, cuando el grupo hoy gobernante emprendió una campaña propagandística en contra de la administración de Enrique Peña Nieto por lo que bien posicionaron como el gasolinazo, la confianza del consumidor se derrumbó a niveles solo vistos tras la crisis subprime de los Estados Unidos del 2009.

Pero, al mismo tiempo, el IMCPMI no había dejado de crecer de forma constante desde el 2014 y hasta ese 2018.

Cuando López Obrador ganó las elecciones del 2018 las encuestas entre los consumidores sobre su confianza en poder comprar se dispararon como cohete a la luna y alcanzaron niveles históricos, pero al mismo tiempo, el consumo efectivo medido por el Inegi se aplanó. No había pues, una relación entre los eufóricos encuestados y los muy precavidos consumidores en esos nuevos tiempos de la autollamada Cuarta Transformación.

La decepción de los encuestados empezó a llegar de la mano de la primera recesión del sexenio, la del 2019, cuando ambos indicadores empezaron a bajar.

Claro, la debacle llegó con la pandemia ahí sí, tanto la medición de la confianza como de las ventas se derrumbaron de forma conjunta a la par que el mundo entraba en un terreno incierto de una enfermedad agresiva, desconocida y que obligó a la parálisis mundial.

El verdadero problema para la economía mexicana vino tras el proceso de vacunación, la mayor parte de las economías comparables se recuperaron de forma exitosa en su consumo tras la crisis por la Covid-19, pero México no.

La caída en picada a inicios del 2020 se convirtió en una lenta curva de recuperación por la simple razón de que los consumidores mexicanos, a diferencia de los consumidores de otros países con economías del mismo tamaño, no tuvieron ningún respaldo gubernamental y la crisis en los hogares fue mucho mayor.

Es apenas ahora, tras cinco años de inicio de este régimen y tres años y medio después del inicio de la pandemia que apenas empiezan a verse recuperaciones más sostenidas tanto en la confianza de los consumidores como en los indicadores propios de consumo.

Prácticamente pues tuvo que pasar el sexenio completo para recuperar el ritmo y los niveles de consumo que México tuvo el sexenio pasado.

 

    @campossuarez