Así es como cambian las cosas en los mercados, donde menos se esperaba que brincara el problema se desata una ola pesimista porque la firma calificadora Fitch Ratings decide retirar la calificación perfecta a la deuda soberana de los Estados Unidos.

Perder la AAA para recibir un AA+ no habla de un país en crisis, pero sí de una llamada de atención para un Estado que ha sido incapaz de gestionar de una forma impecable el manejo de sus compromisos crediticios.

Lo que Fitch ve hoy en el manejo financiero estadounidense no es un foco rojo que implique acciones inmediatas en los mercados, pero sí advertencias que llegan en momentos en los que el panorama económico estadounidense empezaba a mejorar.

Todas las bolsas en rojo, el peso frente al dólar de vuelta arriba de los 17 por unidad y el llamado índice del miedo, el VIX, con aumentos de casi 20% en un día. En fin, una muestra de incomodidad, no de pánico, ante la mala noticia.

Fitch hizo cuentas y estimó que el nivel actual de la deuda de los Estados Unidos en comparación con su Producto Interno Bruto ya no está en los umbrales de la calificación perfecta. Alcanzar una proporción de casi el 45% de su PIB está para un escalón menor.

Pero más allá de las matemáticas, hay consideraciones políticas que pasan por ese desgastante episodio que tuvo el Gobierno demócrata de Joe Biden para negociar con la mayoría republicana de la cámara de representantes un incremento en el techo de endeudamiento.

Cierto, no llegó al caos del no-acuerdo, pero sí implicó que el Departamento del Tesoro tuviera que tomar medidas extraordinarias de gasto para evitar el default y puso los pelos de punta a los inversionistas que contaban las horas antes de la debacle.

Es también una degradación provocada por los políticos que han polarizado mucho más sus posiciones con costo a la propia estabilidad financiera de su país. Esa falla en la gobernanza también le costó a Estados Unidos perder su calificación crediticia perfecta.

Y “at last but not least”, como dicen allá cuando hablan de que lo último no es necesariamente menos importante, Fitch hace pronósticos del comportamiento del déficit público y lo lleva a una proyección del 6.9% con respecto al PIB para el 2025, que ya no solo es incompatible con la AAA, sino altamente incómoda para proyectar una economía saludable.

Así, la economía más grande del mundo perdió una de sus calificaciones perfectas de evaluación de su deuda. Nadie duda de la capacidad del dueño de la fábrica de dólares para poder sanear sus finanzas públicas y reequilibrar los niveles de deuda con respecto al PIB. Lo que está en duda es la capacidad bipartidista para lograrlo.

No les toca a estos mensajeros financieros, que son las calificadoras, poner en perspectiva los riesgos electorales. Pero cuando en el panorama para el próximo año hay como posibles candidatos presidenciales a un presunto delincuente federal del lado republicano y a un hombre de avanzada edad con evidencias de que eso ya le afecta del lado demócrata, tampoco parecen tan compatibles con la calificación perfecta.

 

    @campossuarez