“El que se ahoga no repara en lo que se agarra”

                                                                                                                       José de San Martín

México siempre ha sido una nación dividida en muchos sentidos, y si bien existía una conciencia de esas divisiones y sus consecuencias políticas, sociales y económicas; prevalecía una suerte de “acuerdo de convivencia” que permitía que el tejido social no se fracturara o al menos no totalmente.

AMLO entendió, después de la elección de 2012, que su camino para llegar a la Presidencia y hacerse del máximo poder posible tenía que reventar ese acuerdo y así erigirse como el redentor de las clases sociales más pobres y de aquellos que se sentían agraviados por el sistema político mexicano. Nacía Morena con un discurso mucho más transgresor para agrupar a los redimidos por AMLO y señalar a los enemigos conservadores con nombre y apellido.

Andrés Manuel López Obrador dividió al país en dos grupos: los chairos -beneficiarios del régimen- y los fifís señalados con todos los calificativos posibles, pero todo se resume en sus enemigos opositores. Las filias y las fobias llegaban para quedarse.

Hoy, inmersos en la sucesión presidencial, los mexicanos estamos ahora de nuevo divididos entre la Xóchitl-filia y la Xóchitl-fobia, pero para no caer en especulaciones, hay que enfocarnos en hechos:

  • AMLO ha tenido claro, desde el inicio de su mandato, que el último fin -que justifica cualquier medio- de su Gobierno es garantizar la continuidad de la 4T tantos sexenios como sea posible.
  • Todos los recursos del Estado mexicano deben estar siempre disponibles en todo momento para garantizar el gasto social-electoral del Gobierno y la continuidad del Movimiento.
  • Todas las instituciones que puedan implicar un obstáculo para el régimen deben ser eliminadas o minimizadas.
  • El cumplimiento de la ley está condicionada a la conveniencia del régimen, cualquier ley que se oponga a la 4T será cuestionada, modificada o ignorada.
  • Por debajo del Presidente, todos los servidores públicos -sin importar su rango- serán considerados siervos de la nación. Sólo se exige lealtad, la capacidad es secundaria.
  • Todas las alianzas son válidas si contribuyen a la continuidad de la 4T, da igual si son partidos políticos o grupos criminales. Todo suma.

A finales del año pasado, dos hechos modificaron la ruta del triunfo inevitable de Morena en 2024: las marchas ciudadanas y la ruptura de AMLO con la Suprema Corte. Hay que dejar claro que esto no significó ningún cambio en las intenciones de Palacio. Que les vaya a resultar, es otra cosa.

Impulsados por la victoria de Morena en el EdoMex, en Palacio decidieron que había que impulsar con todo a las corcholatas de López Obrador a sucederlo en 2024, eso sí, previa imposición de términos y condiciones. El plan seguía adelante.

Mientras tanto, el Frente Amplio por México (FAM) seguía sin rumbo y sin ningún candidato con la fuerza mínima para enfrentar a AMLO y sus corcholatas y, entre las intenciones de unos y las distracciones de otros surge Xóchitl Gálvez (XG). Le bastó un portazo en Palacio para convertirse en ese liderazgo que nadie podía llenar en el FAM.

El crecimiento de Xóchitl es irreversible, pero urge concentrarse cuanto antes en dos temas: primero, las propuestas para resolver la reconstrucción del país y con qué equipo lo hará. Ser anti-AMLO no es suficiente. Segundo, tomar conciencia de que el Presidente utilizará todos los recursos -legales o no- para desacreditarla e impedir su llegada al poder en 2024. La campaña AMLO vs. Xóchitl ya está en marcha. Pero está claro que en Palacio algo se calculó mal y ahora “eso” está fuera de control.

@Pancho_Graue

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