El recorrido de la llama olímpica, que se conocerá este viernes, podría ofrecer una importante caja de resonancia ante eventuales actuaciones de activistas, sin olvidar la amenaza terrorista, por lo que las autoridades francesas han previsto la movilización de un importante número de policías y gendarmes durante tres meses.
La antorcha, que como manda la tradición se encenderá en Olimpia (Grecia), llegará en velero a Marsella el 8 de mayo de 2024 para recorrer unos sesenta territorios franceses, incluidos las Antillas y Tahití, antes de llegar a París para la ceremonia de apertura prevista el 26 de julio del próximo año.
A menos de un año para este evento, la seguridad a lo largo de los 12.000 kilómetros de periplo de la llama, que pasará por las manos de unos 10.000 relevistas, ya es un motivo de preocupación de las autoridades, que temen que un incidente pueda aguar la fiesta antes incluso de que ésta comience realmente.
En un informe con fecha del 28 de abril, consultado por la AFP, el ministro del Interior Gérald Darmanin pidió a los prefectos “una atención especial en relación a los movimientos de contestación y de reivindicaciones susceptibles de convertirse en acciones de fuerte visibilidad mediática”.
El fiasco en 2008 del paso de la llama olímpica en París antes de los Juegos de Pekín, interrumpido por manifestantes pro-tibetanos, aún permanece en la memoria.
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Para no revivir esas imágenes, el Comité de Organización de los Juegos Olímpicos (COJO) indicó a finales de mayo que habría una “burbuja itinerante” alrededor de la llama asegurada por las fuerzas de seguridad (policía y gendarmería), a las que se podrían unir en cada territorio agentes de seguridad locales.
“Es un dispositivo móvil. Esto quiere decir que no se asegura todo, sino a medida que avanza. Un poco como el Tour de Francia” de ciclismo, describió un alto grado del ministerio del Interior.
El número de agentes que se destinarán a la vigilancia de la llama “es pronto para decirlo”.