En el actual escenario global, tanto las potencias hegemónicas como las emergentes se encuentran inmersas en una constante competencia y confrontación en busca de establecer su dominio. Mientras que a la par, se fortalece un grupo de países emergentes que han comenzado a desempeñar un papel crucial en la configuración del panorama mundial de la década.

Esta dinámica ha adquirido una relevancia sin precedentes, ya que una combinación de factores como la pandemia, el conflicto entre Rusia y Ucrania y la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China ha dejado en claro que la era de la globalización tal como la conocíamos, se enfrenta a un futuro lleno de incertidumbre. Y aunque ninguna nación o entidad multilateral posee la capacidad para mediar de manera efectiva estas tensiones, ello no implica que otros países u organizaciones sean insignificantes en el tablero geopolítico.

Considerando esto, me parece importante resaltar un fenómeno que podría ayudar a explicar los acontecimientos actuales, a saber, el fortalecimiento de lo que Gabriel González-Molina identifica como “switchers”, aquellos actores que, de manera inesperada, modifican su preferencia política. Por lo que a pesar de que este fenómeno se observe principalmente en el ámbito electoral, su extrapolación al contexto geopolítico resulta igualmente pertinente, pues los switchers han trascendido las fronteras nacionales.

Esto último se hace evidente al adentramos en el panorama internacional, donde potencias como China, India, Rusia, Turquía y Brasil han experimentado movimientos políticos significativos en los últimos tiempos, cuyos cambios no sólo se han manifestado en sus dinámicas internas, sino que también han influido en la configuración de alianzas geopolíticas a nivel global.

En el caso de México, esto se ha observado en un distanciamiento de los grandes foros internacionales, como el G7 o el G20, en los que históricamente ha participado ocasionalmente, al tiempo que se ha acercado a la visión de la 4T. Sin embargo, esto no implica que el país esté aislado de los acontecimientos mundiales. Por el contrario, México ha buscado establecer vínculos y colaboraciones enfocándose en la definición de una agenda de futuro que atienda tanto a los intereses nacionales como a los desafíos globales.

No obstante, es por demás fundamental evaluar cómo estas transformaciones geopolíticas afectan al país, y cómo se pueden aprovechar para impulsar su crecimiento. Debido a que en este escenario en constante cambio, el futuro dependerá de su capacidad para comprender y navegar estas dinámicas geopolíticas en beneficio de sus propios intereses y los de sus ciudadanos.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

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