El siglo XXI nos presenta un panorama poco alentador para la maternidad, no sólo porque las condiciones de vida actual hacen muy difícil el que mujeres y hombres se decidan a ser padres y, sobre todo, tener más de uno o dos hijos, (en España, una familia de tres hijos se considera “numerosa” y obtiene muchos apoyos económicos del Estado).

Las causas de nuestra estresante vida son varias, sobre todo en las ciudades grandes donde el ritmo del día es trepidante, los traslados consumen varias horas, pues por la mala organización de empresas y trabajadores, el hogar suele estar muy lejos del trabajo.

Las mujeres, que, con gran esfuerzo y mucho tiempo de lucha, han logrado que se reconozca su valor en el mercado laboral, dedican la mayor parte de su tiempo activo al trabajo, lo que les deja poco, muy poco, tiempo para ocuparse de sus hijos.

Pasó ya el tiempo en que las mujeres se quedaban cuidando del hogar, mientras el esposo trabajaba lo más que podía para sostener a la familia. No sé si las cargas familiares estaban bien repartidas o no, lo que sé es que los niños estaban bajo el cuidado de su madre.

En nuestro tiempo, los casi recién nacidos están bajo el cuidado del personal de una guardería. La madre o el padre los dejan temprano para ir a trabajar y los recogen al final de la jornada. Afortunadamente, los hombres van poco a poco reconociendo que a ellos también les corresponde hacerse cargo de algunas tareas del hogar y la atención de los hijos.

Con todos estos cambios, la maternidad/paternidad parece irse devaluando. No sólo es que ya se considere muy difícil ser padres, sino que la sociedad en su conjunto es poco comprensiva con los que tienen más de dos hijos.

Tal parece que todo el mundo se siente con derecho a señalar con el dedo a esas familias, no con sorpresa porque han asumido una “gran empresa” sino con críticas hostiles y hasta groseras. Todos los seres humanos nacimos de una mujer.

A ella la consideramos como una de las personas más importantes de nuestra vida, y como valoramos el vivir, surge en nosotros la tendencia natural a agradecer a nuestra madre, no sólo el que nos haya dado la vida sino todo el amor y los cuidados que nos prodigó sobre todo en las primeras etapas de nuestro desarrollo.

Voy a contradecir a quienes afirman que la maternidad no es una inclinación natural de la mujer. Habrá algunas, pocas, que argumentan que no es así por causas muy personales. Sin embargo, es fácil notar la insatisfacción que sufren muchas mujeres que en la actualidad tienen dificultades para concebir o son totalmente estériles.

Muchas veces, si no procesan adecuadamente su situación, pueden llegar a sufrir desajustes emocionales, incluso graves.

Algunas, quizá tengan en la mente que han sido ellas quienes causaron dichas dificultades, por aplazar imprudentemente la decisión de ser madres, o por el uso de los diversos métodos de evitar la concepción que pueden haber dañado su aparato reproductor.

A las mujeres en general, especialmente si cuentan con un hombre verdaderamente comprometido a compartir la maravillosa aventura de tener una familia, a no dejarse intimidar por el ambiente social ni por las dificultades que efectivamente conlleva la maternidad/paternidad, a no dudar en que es lo mejor que pueden hacer en su vida.

No hay nada más trascendente que podamos hacer, que el dar continuidad a nuestra especie, sobre todo si consideramos que los seres humanos somos los seres más perfectos de la naturaleza, que tenemos un valor imposible de cuantificar y que, si los padres nos empeñamos largos años en formarlos como personas íntegras, conscientes de su enorme dignidad, de que cuentan con la libertad para elegir siempre lo mejor y actuar en consecuencia, dejaremos un legado invaluable a nuestra comunidad, nuestro país y el mundo.

La maternidad/paternidad apenas empieza con la procreación. Esta no es más que el origen del compromiso personal y social que asumimos quienes somos padres. El valor de la maternidad/paternidad es el mismísimo valor de la vida humana. ¿Cuánto vale la vida de cada ser humano? ¡Ese es el valor de la maternidad/paternidad!

* María Teresa Magallanes Fundadora y Directora General del Centro de Ciencias para la Familia y el Matrimonio LOMA

Es Orientadora Familiar por el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Navarra, España. Es socia fundadora e investigadora del Centro de Ciencias para la Familia, LOMA, dedicada a formar especialistas en Orientación Familiar.