Héctor Zagal

Héctor Zagal

(Profesor de Filosofía en la Universidad Panamericana)

El día comienza. Nos levantamos y, para iniciar con el pie derecho, nos tomamos un espléndido licuado de avena. Acompañamos nuestra taza de café con algún pan: ¿un cuernito está bien? Llega el momento de la comida: ¿qué les parece acompañar el plato fuerte con un arrocito a la mexicana? Pero esperen: no podemos empezar si no hay tortillas. ¿Y si después de comer, damos un paseo en Coyoacán? Con suerte nos topamos con un cántico mágico que anuncié “¡Alegrías, alegrías!” y qué sabroso será endulzar nuestra tarde con amaranto. ¿Qué dicen? ¿Se han puesto a pensar en qué sería de nosotros sin los cereales?

Como seguramente ya adivinaron, hoy es el Día mundial de los cereales. No estamos acostumbrados a verlos como el ingrediente fuerte de los platillos, pero su importancia nutricional los coloca en la base de la pirámide alimenticia. No es de extrañarse que casi todas las culturas se hayan desarrollado junto con algún cereal.

En Oriente, el arroz alimenta a civilizaciones milenarias de China, India y Japón, entre otras. Las civilizaciones del mediterráneo se desarrollaron gracias al trigo. Y aquí en México, reza el Popol Vuh de los mayas, el ser humano fue hecho del maíz.

¿Saben por qué se les dice cereales? La palabra proviene del latín cerealis, que alude a Ceres, la diosa romana de la agricultura, que se confundió con la Deméter griega. Es frecuente que se le represente con una gavilla de trigo.

En la India hay una leyenda muy emotiva sobre el tamaño del arroz. Antiguamente, las frutas y los cereales eran enormes. El arroz, por ejemplo, eran tan grande que no hacía falta recolectarlo. Los granos se caían solos debido a su enorme peso y de ahí rodaban hasta los graneros. La vida era muy cómoda, pero los granos seguían creciendo de tamaño de generación en generación hasta que ya no cupieron en los graneros

La anciana mayor de un pueblo organizó a sus habitantes para construir un colosal granero para almacenar el arroz. Mientras levantaban el edificio, unos granos rodaron sobre el edificio y lo derrumbaron. Llevada por la ira, la anciana maldijo el tamaño del cereal. El castigo no se hizo esperar. Una voz sobrenatural se escuchó en la tierra para condenar a los malagradecidos humanos. A partir de ese día, todos los cereales y frutas se redujeron de tamaño, en especial el arroz, cuyo grano se hizo diminuto.

Pues yo no sé ustedes, pero yo sí iré por mi cerveza. ¡Es hija de la cebada! No siempre es el día mundial del cereal y, por supuesto, hay que celebrarlo. Aunque díganme: ¿cuál es su cereal favorito?

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana