Túnel Metro Gabriela
Foto: Gabriela Esquivel / Las siguientes historias fueron encontradas en redes sociales e, igual que todas las leyendas de aparecidos que corren de voz en voz, puede que sean ciertas… O no  

Utilizado a diario por millones de personas, el subterráneo de la Ciudad de México es un lugar plagado de anécdotas graciosas, románticas, solidarias… Y también de fantasmas.

Las siguientes historias fueron encontradas en redes sociales e, igual que todas las leyendas de aparecidos que corren de voz en voz, puede que sean ciertas… O no.

Solo es lo que los usuarios cuentan.

El godín

Un día iba en la Línea 3 del Metro con mi mamá. De pronto el tren dio el frenón entre Centro Médico y Etiopía y alcance a ver a un hombre caminando en las otras vías. Iba como típico godín, con camisa y su pantalón fajado, medio peloncillo, pero lo vi de espaldas; mi mente ingenuamente supuso que era uno de los de mantenimiento.

Hasta que de pronto pasó el tren de ese sentido y brinqué asustada. Pensé que habían arrollado a alguien… Pero luego, al buscar información de ese día no había nada.

Lo comenté en mis redes y una amiga mencionó que días antes un cuate se había aventado a las vías en Etiopía… Asumimos que se trataba de él.

La desvanecida

Una amiga me contó que en una ocasión estaba esperando el Metro y, como ya era noche, en el andén solo estaba ella y otra chica que se veía como alterada, mi amiga se preocupó e intentó acercarse a la chica para consolarla, pero la joven estaba muy mal emocionalmente y llorando comenzó a decir que acababa de terminar con su novio.

Mi amiga le ofreció su teléfono para que llamara a algún familiar para que fueran por ella, pero la joven se negó diciendo que no podía salir de ahí, que ya era tarde, acto seguido avanzó hacia las vías… Desvaneciéndose.

Mi amiga se quedó muy asustada y solo pudo hacerse bolita lo más pegado a la pared que pudo.

Las sombras

Hace algunos años, en la estación Martín Carrera, de la Línea Roja, me quedé en el último vagón del Metro, que iba cambiar de vía, por no querer subir las escaleras para el otro andén.

Estábamos en el vagón unas cinco personas cuando el tren entró al túnel y se apagaron las luces; entonces se vieron algunas sombras moviéndose en el vagón con nosotros.

Al momento de regresar la luz nos quedamos viendo entre los que ocupábamos el vagón y nos bajamos de inmediato cuando el tren abrió las puertas.

¿Va a subir?

Hace unos años, en el Metro Universidad, yo estaba en el lado exclusivo de las mujeres.

Me tocó un vagón vacío, eran las 15:30 más o menos y, casi al cierre de puertas, vi a un señor que iba a entrar al vagón y se me hizo raro, así que lo seguí observando.

En eso, me doy cuenta de que no tenía pies. Gracias a Dios entró otra muchacha y lo perdí de vista.

La extraviada

En la estación Chabacano de la Línea Café, al momento de hacer mi transbordo a la Línea 8, una señora con cabello negro y vestido blanco me preguntó que en qué estación estábamos.

Le dije que en Chabacano y que había dos correspondencias, a lo que la señora me contestó que no era verdad, que no era Chabacano.

Yo le enseñaba los letreros y seguía diciendo que no era Chabacano, así que le dije “ahí hay un policía”. Me acerqué amablemente y le dije al poli que si de favor le podría decir a la señora en qué estación nos encontramos, a lo que él agente me dijo “claro… ¿Pero a qué señora?”. Cuando volví la cabeza ya no había nada.

El policía solo me dijo: “No hay ninguna señora… No te preocupes, es la que se perdió y nunca la encontraron”.

El aviso

Hace unos meses, en Indios Verdes, estaba en el último tren que salió de la estación, en dirección a Universidad.

Fui el único que subió al vagón y ya estaba vacía la estación entonces… Me senté y pues de la nada miré hacia enfrente y estaba un señor, que supuse que también se había subido.

Él me dijo “a estas horas está muy peligroso, en estos vagones asustan y se oyen cosas”, a lo que le respondí: “Cierto, he escuchado eso, pero no sé preocupe, estamos los dos”.

El tren avanzó, bajé la mirada y, al levantarla de nuevo, ya no estaba el señor.

LEG