Dice Héctor Aguilar Camín en una columna reciente, que México, o propiamente el Gobierno cuatroteísta, cree que está ahora mismo en una especie de guerra fría reloaded, “posicionándose geopolíticamente” contra Estados Unidos, diría alguno de los expertos en asuntos internacionales que escriben en la prensa oficialista, esos dementes que creen en complós mediáticos y cónclaves de empresarios satánicos, y entre las carantoñas con Cuba y las complicidades cada vez menos disimuladas con Putin, por aquello del plan de paz Miss Macuspana 2022 o, más recientemente, de los GPS y demás historias satelitales.

Tiene razón Héctor, como tiene razón en que el asunto mueve a llanto y a carcajada, al mismo tiempo. No lo dice así en su columna, porque es un hombre mucho más sofisticado intelectualmente que yo, pero los mexicanos, me parece –y con esto, lo sé, delato mi edad–, estamos bajo el Gobierno de Los Polivoces.

Los veteranos de campaña recordarán aquella serie setentera, francamente buena (es posible encontrar algunos capítulos en las redes), en la que, entre sets intencionadamente chafas, hechos con cuatro pesos, Eduardo Manzano y Enrique Cuenca, con buenas capacidades para la imitación y mucho sentido de la sátira, nos ponían frente a un desfile de soldados panzones y de pata flaca, líderes sindicales corruptazos y políticos gandallas vestidos de terlenka que mamacean a la secretaria.

Uno puede verlos hoy, cómo no. Los vemos, de hecho, cotidianamente: “Vladimir quiere hablar con Manuelovich”, dice uno con un gigantesco teléfono de plástico rojo en la mano, mientras el otro, con bigotazos tipo Guadiana, mueve una torta de milanesa de debajo de la cama para esconder un maletín con billetes arrugados. “Por teléfono no, canijo. Por satélite, como los camaradas”, contesta el otro con ese lenguaje de antes tan gustado en Palacio, mientras manipula un artefacto con antenas desplegables como de Tsuru.

Sí, Los Polivoces llegaron ya. El problema, claro, es que a veces la risa es la máscara del llanto. Defender al régimen cubano es defender una atrocidad esclavista en la que, va de nuevo, son encarcelados chicos de 15 años por protestar, igual que defender a Putin es defender al carnicero que ayer mismo bombardeaba a la población civil en Kiev, que encarcela a la disidencia sin pudores o que nos amenaza, a todos, con usar armamento nuclear. Vaya, que a veces, como hoy en México, la sátira se vuelve imposible porque la rebasa, todos los pinches días, el costumbrismo más crudo.

 

    @juliopatan09