No importa cuántas veces lo tengamos que repetir, lo que le hicieron a los trabajadores al topar las utilidades fue una auténtica traición, una jugarreta que tiene nombre y apellido.

Napoleón Gómez Urrutia, desde el Senado, fue el principal impulsor de la reforma laboral, no le importó que los mineros de los cuales se sirve, beneficia y enriquece fueran de los principales afectados de los cambios en la ley. No se cansó de decir que era una reforma nunca antes vista, que beneficiaría a los trabajadores y sí, como era de esperarse, no fueron más que mentiras.

Las supuestas bondades de las que hablaba Napillo se tradujeron en que las utilidades se toparían a tres meses de salario, cuando en sectores como el minero, eran en muchas ocasiones muy superiores, lo que significó un desplome de estos recursos, en algunos casos, de 80%. Con este dinero las familias se compraban algún vehículo o saldaban deudas, pero a Napillo no le importó.

No nos hagamos tontos, Gómez Urrutia no fue el único culpable, es momento de decirlo, en la Legislatura pasada contó con el apoyo de otros que se dicen defensores de los trabajadores bajo el disfraz de líder sindical, ellos también votaron a favor de la reforma, repitieron el mismo discurso, y lo sé porque fui el único legislador y dirigente gremial que se opuso a ésta, no sólo en tribuna, sino en comisiones y en cada foro que se organizó.

Fui el único que advirtió que pisarían los derechos laborales, que impactarían de manera grave la economía de las familias y dejé en claro que era una reforma que violaba la Constitución.

Aún así, los demás líderes sindicales, que por cierto son de organizaciones grandes y con años de historia, callaron; nunca cuestionaron ni una coma a la reforma y se sumaron al grupo de levanta manos que dieron el sí a la reducción de la Participación de los Trabajadores en las Utilidades, las PTU.

Hoy, la historia no ha cambiado, siguen sin revelar a sus agremiados que ellos fueron los responsables de que el dinero de las utilidades haya sido menos de lo esperado, y peor, esos mismos, se hacen pasar por héroes al estallar huelgas y firmar convenios para recuperar las utilidades que cedieron.

Los dichosos convenios para recuperar las PTU están condicionados a la productividad y puntualidad, cuando este es un derecho ya ganado y avalado por la Constitución, que no debería tener restricción, el celebrarlos y firmarlos no es más que una burla y montaje para los trabajadores.

Nos queda claro que en el caso de Napillo, unos cuantos cientos de pesos no hacen la diferencia, él tiene a disposición los 55 millones de dólares que le robó a los mineros de Cananea, pero la afectación a los trabajadores de a pie, es real, la están viviendo en casa.

Mientras esto sucede, Napillo sigue viviendo de mentiras, prometiendo a los trabajadores que no lo conocen que al afiliarse a su sindicato les dará carretadas de dinero mediante bonos, que obligará a las empresas a dar compensaciones económicas solo porque sí, promesas que no se cumplen y que se disuelven al contar con el voto.

A Napillo siguen sin verlo en las minas, solo se aparece por algún centro de trabajo para tomarse la foto en el marco de algún evento político, fuera de ahí su figura y sus bonos siguen siendo mero holograma.

Desde la dirigencia del FRENTE estamos tranquilos, votamos contra la reforma defendimos a los trabajadores y lo seguimos haciendo mediante amparos. Los demás, seguirán siendo omisos como es ya su costumbre.

 

  @CarlosPavonC