El Presidente y sus subordinados hablan de continuidad de lo que llaman la cuarta transformación, hacen actos públicos que son evidentes adelantos a los tiempos electorales y no pasa absolutamente nada.

La autoridad no pone orden, porque el Estado son ellos. Pero tampoco mueve a la opinión pública, porque el presidente Andrés Manuel López Obrador goza de un halo de permisividad que merecerá una explicación de la historia.

Pero, si desde la alicaída oposición a alguien se le ocurre hacer algún planteamiento que sugiera hacer las cosas diferentes a como las hace este régimen es inmediatamente denostado. Si la propuesta alcanza un buen nivel de comunicación es el propio López Obrador el que se encarga de enderezar el ataque.

Y claro que hay propuestas de todo tipo, desde las muy serias y necesarias, como reconsiderar la fallida estrategia de combate a la inseguridad, hasta las patadas de ahogado del presidente del PRI, Alejandro Moreno, quien quiere distraer la atención de sus presuntos delitos con propuestas dignas de la Asociación Nacional del Rifle de los Estados Unidos.

En esa desarticulación de las fuerzas opositoras lo que predomina son enunciados simples que no son propuestas, son más bien reacciones a los dichos mañaneros del Presidente, quien es un indiscutible experto en dominar la agenda política del país.

No hay personajes que alcancen la notoriedad suficiente como para que las propuestas más articuladas que hagan logren llegar a la opinión pública. Ahí está el expresidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, quien tiene planteamientos estructurados muy interesantes, pero es un personaje que está perdido y alejado de cualquier reflector público.

Pero hay otros que logran combinar propuestas concretas con un perfil serio y respetable, y que tienen algún recoveco de notoriedad en medio del apabullante monopolio de la comunicación propagandística del régimen de López Obrador.

Una propuesta que pudo tener algo de luz fue aquella de devolver al ejército la operación de la base aérea militar de Santa Lucía, parchada para ser el inoperante aeropuerto comercial Felipe Ángeles.

Hay que recordar que a ese proyecto caprichoso del presidente López Obrador, y su constructor favorito José María Riobóo, se opusieron en su momento tanto el jefe de la oficina de la presidencia, Alfonso Romo, como el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa. Hoy, ninguno de los dos conserva su trabajo y el aeropuerto ahí está en la soledad de sus escasos vuelos.

El que se pudo hacer un espacio en la estridencia de la 4T es Enrique de la Madrid, quien no esconde sus intenciones de ser candidato presidencial y no disfraza el tema del destino que daría su eventual Gobierno al aeropuerto Felipe Ángeles.

Una mala noticia para aquellos que tienen nombre, como de la Madrid, es que todos los partidos políticos opositores están en crisis y tienen poco tiempo para recomponerse. Muy en especial el PRI, partido de este aspirante presidencial, que enfrenta una lucha por el poder entre aquellos que quieren entregar en bandeja de plata ese instituto político a los intereses del Presidente y la dirigencia cuestionada por la comisión de presuntos delitos.

Como sea, la voz de los opositores tiene que escucharse y coordinarse con el fin común de rescatar lo mucho que se ha perdido en tan poco tiempo.

 

  @campossuarez