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Foto: Armando Yeferson / En la colonia Agrícola Oriental, en la alcaldía Iztacalco, Miguel fabrica estas réplicas a escala con madera, clavos, tela acolchonada, armellas y resorte  

Al ritmo del estribillo “¡la arena estaba de bote en bote, la gente loca de la emoción…!”, Miguel Reducindo desliza su pincel sobre la tela para dar vida a los “ReduRings”, unos cuadriláteros a escala que al mirarlos nos recuerdan nuestra infancia y las leyendas de la lucha libre.

Es tal el éxito de estos rings artesanales que han llegado a países como Francia, Brasil y Japón, por mencionar algunos.

En la colonia Agrícola Oriental, en la alcaldía Iztacalco, Miguel fabrica estas réplicas a escala con madera, clavos, tela acolchonada, armellas y resorte. Asimismo, dibuja algún logotipo o máscara de lucha libre para luego pintar el detalle a mano, lo que puede tardar hasta cinco días.

“Quería un ring como el de la tele, entonces como no lo encontré, decidí hacerlo con los materiales que tenía en casa y madera que encontré. Tenía nueve años cuando fabriqué el primer ‘ReduRing’; pasó esa etapa y una vez, cuando trabajaba en la Arena México, volví a hacer un ring como el que hacía de niño, y lo vio el luchador Titán, le gustó y me dijo que por qué no los vendía”, relata.

Por ello, Miguel destaca que lo que inició como un hobbie se volvió su fuente de ingresos desde hace cinco años, por lo que ahora fabrica estos encordados de 20 por 20 centímetros y hasta de 50 por 50.

Cuenta que decidió llamar a estos cuadriláteros “ReduRing” por la combinación de su apellido con la palabra ring.

DE CALIDAD MUNDIAL

Miguel Reducindo dice estar orgulloso de su trabajo, pues apunta que gracias a las redes sociales, sus cuadriláteros han podido llegar a Francia, Brasil, Colombia, Puerto Rico y Japón.

“Gracias a las redes sociales los han conocido en muchas partes del mundo. Ha habido gente que me hace pedidos y que cuando vienen de turistas se los llevan. Han venido de Puerto Rico, Colombia, Brasil. En un momento una persona se los llevó a Francia”.

Agrega: “Además tuve la oportunidad de ser parte de Fantástica Manía, en Japón (un evento de lucha libre), en tres ocasiones; entonces los llevé y tuvieron mucho éxito”, celebra.

El artesano señala que 60% de los “ReduRing” son para adultos, mientras que el restante 40% es para niños, pues -aclara- muchas personas al verlos recuerdan su infancia, por lo que hacen pedidos con diseños de los años 80 y 90.

Miguel aprovecha para pedir a los papás que acerquen a sus hijos a estos juguetes tradicionales, pues les despiertan la imaginación y los alejan de los dispositivos electrónicos: “El día que lo jueguen con sus muñequitos, no lo van querer dejar”.

LEG