Por segunda ocasión, el presidente Andrés Manuel López Obrador frenó los beneficios judiciales negociados con el ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin y la Fiscalía General de la República.

Hoy Lozoya podría haber estado en su casa luego de que Pemex aceptara un acuerdo reparatorio por el caso de la venta de la planta de Agronitrogenados y por los sobornos recibidos por la constructora brasileña Odebrecht durante la campaña presidencial de Enrique Peña.

Los montos del acuerdo alcanzaban los 10.7 millones de dólares, unos 220 millones de pesos, distribuidos de la siguiente manera: por los sobornos que presuntamente recibió de Odebrecht estaría reponiendo 7 millones 385,000 dólares en tanto que la por la venta a sobreprecio de la planta de agronitrogenados repondría 3 millones 400,000 dólares.

El asunto caminaba bien hasta que el presidente López Obrador consideró insuficientes las garantías ofrecidas por Lozoya para reparar el daño al erario.

El Presidente pidió conocer el acuerdo, como si fuera posible que la FGR pudiera pactar un acuerdo como el anterior sin el conocimiento del Ejecutivo, pero la petición influyó para que la audiencia que tenía Lozoya con los representantes de Pemex en la que supuestamente se firmaría el convenio, fuera pospuesta dos semanas.

Y si bien es cierto que el monto de la reparación del daño es muy importante, Lozoya es el principal -y quizá único- símbolo de la lucha contra la corrupción, que es la bandera principal del Gobierno lopezobradorista.

Fuera de Lozoya, no hay peces gordos relacionados con hechos de corrupción en el sexenio pasado, presos o buscados por la autoridad.

Lozoya es un símbolo y puede ser que eso influya en la decisión de facilitarle o no la libertad aún cuando exhibiera los recursos suficientes para garantizar la reparación causada al erario.

El director de Pemex se allegó al llamado criterio de oportunidad, es decir, pidió ser testigo colaborador a cambio de no pisar la cárcel y no logró que la Fiscalía fincara responsabilidades penales a sus ex jefes.

Fue encarcelado por el escándalo que se hizo cuando fue descubierto cenando en un restaurante de lujo en las Lomas, lo que hizo enfurecer al Presidente que recriminó al fiscal Alejandro Gertz Manero el trato preferencial que le prodigaban a cambio de nada.

Lozoya pudo estar hoy comiendo pato pekines en su casa, pero nuevamente desde Palacio Nacional le dijeron que no.

Si no, ¿luego que presumen?

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El presidente López Obrador presentó ayer su informe número 13, que fue más bien una defensa de su iniciativa de reforma del sector eléctrico y la demonización de los legisladores que adelantaron que votarán en contra.

No hubo nada sorpresivo.

El discurso fue el mismo de los 12 actos anteriores, aderezado con frases sobre los temas de actualidad pero con los mismos protagonistas: conservadores, traidores, etcétera.

Lo que sí quedó de manifiesto es que estos eventos dejaron de generar expectación aún entre los propios morenistas, quizá porque ya conocen de sobra el guión.

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Nuevo León ha padecido ha sufrido la desaparición de varias mujeres en los últimos días, lo que sin duda le ha pegado al gobernador Samuel García, a quien ya no se ha visto en videos de TikTok ni en redes sociales.

Quizá a ello se debió la renuncia de Alicia Leal Puerta a la Secretaría de la Mujer.

La exfuncionaria se ausentó unas horas de su trabajo “por un asunto familiar’’ pero el gobernador “fosfo-fosfo’’ decidió cortarle la cabeza, como si ello sirviera para acabar con el problema de las desapariciones.

LEG