El presidente Andrés Manuel López Obrador perdió al único interlocutor con la oposición y con su partido, pero ganó un militante VIP.

En ambos casos, el que perdió fue México.

A partir de ahora, todo lo que diga y haga el secretario de Gobernación Adán Augusto López tendrá un peso partidista, contrario a lo que debería ser su labor como encargado de la política interior.

Si bien es cierto que su llegada a las oficinas de Bucareli había generado una expectativa positiva luego del desastroso paso de Olga Sánchez Cordero, ésta terminó estrellándose con la realidad.

El secretario de Gobernación infringió la ley, utilizó recursos públicos para la promoción de la revocación de mandato, viajó en un avión de la Guardia Nacional y retó a que el INE lo sancionara por ello.

Y de todo eso, el Presidente fingió que no se enteró pese a los cientos de videos, fotografías y declaraciones del propio funcionario reflejadas en los medios de comunicación.

Pero no es este el primer aviso de la militancia ultra del secretario de Gobernación.

Hace unas semanas, engañó a los panistas con la instalación de unas supuestas mesas de diálogo para un proyecto integral a favor del país.

Hubo una reunión con Santiago Creel, quien declaró su optimismo por lo que consideró un gesto de buena voluntad para negociar con el Gobierno a través de Augusto López.

El tiempo pasó y las mesas “de trabajo’’ jamás se instalaron por lo que el PAN anunció la finalización de un diálogo que nunca ocurrió.

Si a ello agregamos que el Presidente jamás se ha reunido con los líderes de los partidos políticos o los coordinadores parlamentarios de la oposición, aunque sea para comer tamales de chipilín, nos encontramos con el hecho irrefutable de que no existe interés por acercarse a la oposición por el bien del país.

Es lo que hay.

****
Si a los diputados de oposición no se les descompone el coche, no salen al baño a la hora de votar, no tienen que ir al doctor o a recoger a sus hijos de la escuela a la hora de la votación, no hay posibilidades de que la iniciativa de contrarreforma energética del presidente López Obrador sea aprobada.

Tratándose de una reforma constitucional, se requieren 334 votos que Morena no los suma ni con los votos de sus partidos rémoras.

PAN, PRI y PRD adelantaron que votarán en contra, a pesar de haber perdido en la votación en Comisiones.

Por ello presentaron su propia iniciativa de reforma, que a primera vista es bastante interesante, pero que tampoco pasará porque no tiene los votos suficientes para conseguirlo.

La alianza Va por México pretende elevar a rango de derecho humano el acceso a la energía eléctrica “suficiente, continua, limpia, segura, sustentable y accesible’’.

Mantiene la rectoría del Estado en el sector y la fortalece con la constitución de la “Comisión Nacional de Redes Eléctricas’’, que sería un organismo autónomo.

En resumen, no monopolizan en la CFE la generación, transmisión y comercialización de la energía eléctrica, fortalecen a los organismos del sector como la Comisión Reguladora de Energía (a la que proponen dotar de autonomía constitucional) y vuelven a incluir en la ecuación a los generadores particulares.

En cuanto al litio, la propuesta opositora establece que será propiedad del Estado, pero “su aprovechamiento seguirá las reglas del petróleo’’.

La única forma posible de que haya una reforma al sector eléctrico es que se diera una mezcla entre las propuestas presidencial y de la oposición.

Lo que hoy, hoy, parece imposible.

LEG