No vengo a hablar de seguridad como sinónimo de poderío militar ni como argumento para el empleo de la fuerza contra nadie”. Así comenzó el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el pasado martes, con lo que ya se podía prever que sería un discurso crítico y a la vez propositivo en cuanto a la forma de entender y procurar la seguridad en el mundo.

El argumento central de su participación fue que la corrupción es el principal obstáculo que impide a las personas de todo el orbe acceder a una vida libre de miedo y miseria, ya que la pérdida de valores, aparejada a la implementación del modelo neoliberal que socializa pérdidas, privatiza ganancias y alienta la explotación de los recursos naturales, ha dado lugar a la época de mayor desigualdad en la historia de la humanidad.

Con la sinceridad que lo caracteriza y con la autoridad moral que le otorga la aprobación del pueblo mexicano, el mandatario señaló la falta de acciones sustanciales en beneficio de las personas que viven en situación de pobreza a causa de ese modelo, y puso como ejemplo que el mecanismo COVAX, ideado por la ONU para dar acceso a las vacunas anti-Covid-19 a los países menos favorecidos, haya distribuido únicamente el 6% de las dosis, en contraste con el 94% comercializado por las farmacéuticas, lo que tildó de un “doloroso y rotundo fracaso”.

En consecuencia, informó que en los próximos días la representación de México presentará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas una propuesta para poner en marcha un plan mundial de fraternidad y bienestar que brinde apoyos económicos directos a 750 millones de personas que en todo el mundo sobreviven con menos de dos dólares diarios, el cual propuso financiar mediante la aportación voluntaria del 4% de los ingresos de las mil personas más ricas y de las mil empresas más grandes del mundo, así como con la aportación del 0.2% del PIB de los países miembros del G20, entre los que se encuentra México.

Finalmente, el presidente AMLO cerró citando a tres pensadores que consideraban a la felicidad como un elemento crucial para el desarrollo de las sociedades: Adam Smith, José María Morelos y Pavón, y Simón Bolívar, con lo que remarcó el sentido moral de su llamado.

Con el ejemplo de la lucha anticorrupción, la implementación de la austeridad republicana y la atención prioritaria de las personas que menos tienen, México recordó a la comunidad internacional que nunca es tarde para replantearse objetivos y rutas de acción para revertir la pobreza y la desigualdad que generan violencia; nunca es tarde para dar la cara a los problemas sociales que engendra el sistema económico; nunca es tarde para estrechar lazos de fraternidad y “nunca es tarde para hacer justicia”.

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